1) Cuidar de ti mismo no es egoísta
Sé que lo has oído antes, pero sigue recordándote que el cuidado personal es una necesidad, no un lujo. No es algo que hagas si tienes tiempo o si te lo mereces. Cuidar de sus necesidades emocionales, mentales, espirituales y físicas le mantiene sano; sin ello, enfermará, se cansará, se estresará y se irritará.
Consejo práctico: Asegúrese de programar una rutina de autocuidado (ejercicio, socialización, recreación, servicios religiosos, descanso, etc.) para reflejar que es una prioridad en su vida. Además, intente comprobar su estado al menos una vez al día y pregúntese: ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? Estas preguntas y el hecho de tomarse un tiempo para reflexionar le ayudarán a recordar que todo el mundo tiene necesidades y que el autocuidado es una forma saludable de satisfacerlas.
2) No todas las opiniones importan
Uno de los grandes errores que cometen los complacientes es actuar como si todas las opiniones importaran por igual; intentamos contentar a todo el mundo todo el tiempo sin diferenciar la opinión de quién es más importante y la de quién podemos descartar.
En general, cuanto más estrecha es la relación que tienes con alguien, más valorarás su opinión y querrás complacerle. Todas las relaciones sanas implican un compromiso y es natural querer hacer cosas para hacer felices a tus seres queridos. Sin embargo, no tiene que tratar a todo el mundo por igual; no tiene que esforzarse constantemente por complacer a sus conocidos de la misma manera que lo haría con su cónyuge.
Otra distinción importante entre complacer a la gente y las relaciones sanas es que el compromiso y los actos de servicio son mutuos (usted no debe ser el único que da y hace concesiones), y no tiene que violar sus valores y principios para hacer felices a los demás.
Consejo práctico: Cuando haga un compromiso o haga algo para complacer a otro, hágase estas preguntas: ¿Por qué me comprometo? ¿Es por amor? ¿Por costumbre? ¿Miedo al conflicto, a decepcionar a la gente o a caer mal? ¿Cuánto significa para mí la relación con esta persona? ¿Estamos los dos haciendo concesiones o soy yo el único? Estas preguntas deberían ayudarle a aclarar si se esfuerza demasiado por complacer a la gente.
3) El conflicto es inevitable, pero no le tenga miedo
Para evitar el conflicto, tiene que suprimir sus sentimientos, deseos y necesidades. Tienes que quedarte callado y ser pasivo. Esto hace que te desconectes de ti mismo y de los demás (no puedes tener intimidad emocional si no expresas tus sentimientos). Por lo tanto, cuanto más intentamos evitar el conflicto, más perdemos el contacto con nosotros mismos (nuestros intereses, aficiones, amigos, objetivos, etc.), por lo que a menudo sentimos que ni siquiera sabemos lo que queremos o nos gusta.
Suprimir nuestros sentimientos no hace que desaparezcan. Por el contrario, nos volvemos resentidos, irritables, y nuestro cuerpo muestra signos físicos de estrés (dolores y molestias, insomnio, etc.). Y, por supuesto, al final, no es posible evitar el conflicto y podemos literalmente enfermarnos cuando lo intentamos.
En cambio, un conflicto saludable en el que ambas partes pueden expresar respetuosamente sus opiniones puede dar lugar a una mayor comprensión y a cambios que, en última instancia, fortalecerán la relación. Esto es muy diferente a los conflictos insanos que muchos de nosotros hemos experimentado, y por eso el conflicto da tanto miedo. Los conflictos no tienen por qué implicar insultos, gritos o amenazas. Nuestro objetivo es expresar las opiniones diferentes de forma respetuosa y estar abiertos a lo que otras personas tienen que decir.
Consejo práctico: Las afirmaciones yo (sobre las que puedes aprender aquí) son una forma eficaz de comunicación asertiva. Intente practicarlas con una o dos personas seguras con las que tenga una fuerte relación y que tiendan a permanecer tranquilas.
4) Sus sentimientos, opiniones, ideas y objetivos importan
Como he mencionado, como resultado de años de supresión de sus sentimientos y necesidades, muchas personas complacientes pierden parte de su identidad. Y cuando no tienes un fuerte sentido de quién eres y de lo que te importa, es fácil descartar tus sentimientos, opiniones, ideas y objetivos, y dejar que otras personas tengan prioridad. Cuando haces esto, básicamente estás diciendo: «Los demás son más importantes que yo».
Esta creencia suele estar basada en mensajes negativos e inexactos que recibimos de niños y que luego interiorizamos y repetimos una y otra vez. Dado que estas creencias son fuertes, se necesita un trabajo constante para sustituirlas por creencias más precisas (que reflejen nuestros puntos fuertes y acepten nuestros defectos e imperfecciones) sobre nosotros mismos.
Consejo práctico: Intente repetir un mantra como, Mis sentimientos y opiniones importan, de forma regular para ayudar a establecer esta creencia. Además, cuando notes un pensamiento autocrítico, siente curiosidad por él, no lo aceptes simplemente como un hecho. Puedes empezar a hacerte preguntas como: ¿De dónde viene esta creencia? ¿Cómo sé que es cierta? También es importante que empieces a tratarte como una persona valiosa. Si no está seguro de cómo hacerlo, piense en cómo trata a las personas que valora, y luego haga lo mismo con usted mismo.
Espero que este artículo le ayude a identificar los síntomas de la complacencia con la gente, a reconocer cómo puede ser perjudicial para su salud y bienestar, y le dé algunas ideas para empezar a hacer cambios.