Patrones de supervivencia

Considere un grupo de animales similares de la misma edad. Aunque no hay dos individuos que puedan tener precisamente el mismo entorno, supongamos que el entorno del grupo permanece efectivamente constante. Si los animales no sufren cambios fisiológicos progresivos, los factores que causan la muerte producirán una tasa de mortalidad que se mantendrá constante en el tiempo. En estas condiciones, la población tardará el mismo tiempo en reducirse a la mitad de su número anterior, independientemente del número de animales que queden al principio del periodo considerado. Por tanto, los animales sobreviven según el patrón de una curva de accidentes. En este sentido, muchos de los animales inferiores son inmortales. Aunque mueren, no envejecen; el tiempo que ya han vivido no influye en su expectativa de vida posterior.

Otro grupo de animales puede estar formado por individuos que difieren notablemente en sus respuestas al entorno constante. Pueden ser genéticamente diferentes, o su desarrollo previo puede haber hecho que surjan variaciones. Los individuos peor adaptados al nuevo entorno morirán, dejando supervivientes mejor adaptados. El mismo resultado puede conseguirse de otras maneras. Si el entorno varía geográficamente, los individuos que encuentren zonas en las que se pueda mantener la existencia sobrevivirán, mientras que el resto morirá. O, como resultado de sus propias propiedades, los animales que se encuentran en un entorno constante pueden aclimatarse de diversas maneras, ajustándose así a las condiciones existentes. El patrón de supervivencia que resulta en cada uno de estos casos es uno en el que la tasa de mortalidad disminuye con el tiempo, como ilustra la curva de selección-aclimatación.

En ausencia de muerte por otras causas, todos los miembros de una población pueden existir en su entorno hasta el inicio de la senectud, que provocará una disminución de la capacidad de los individuos para sobrevivir. En cierto sentido, se puede considerar que se desgastan como una máquina. Su supervivencia se describe mejor por las diferencias individuales entre los miembros de la población que determinan la curvatura de la línea de supervivencia (curva de desgaste). Cuanto más varía la población, menos abrupta es la transición de la supervivencia total a la muerte total.

En las condiciones reales de existencia de los animales los tres tipos de supervivencia (patrón de accidente, patrón de selección-aclimatación, patrón de desgaste) entran sobre todo como componentes del patrón de supervivencia realizado. Así, en los animales que se mantienen cuidadosamente en el laboratorio, la supervivencia es aproximadamente la del patrón de desgaste. En estas condiciones, los accidentes ambientales pueden reducirse al mínimo y la supervivencia es casi completa durante la mayor parte de la vida. Sin embargo, en todos los casos conocidos, las primeras etapas de la vida se caracterizan por una notable contribución del patrón de selección-aclimatación. Esto debe interpretarse como resultado de los cambios en el desarrollo que acompañan a la vida temprana de los individuos y de los procesos selectivos que operan sobre aquellos organismos cuyas constituciones genéticas están mal adaptadas a ese entorno.

En algunos de los mamíferos más grandes de la naturaleza, las pruebas existentes apuntan a un patrón de supervivencia similar. Sin embargo, en una variedad de otros animales, incluyendo peces e invertebrados, la mortalidad en las etapas jóvenes es tan alta que predomina la curva de selección-aclimatación. Una estimación sitúa la mortalidad de la caballa del Atlántico durante sus primeros 90 días de vida en un 99,9996%. Dado que algunas caballas viven varios años, se indica una tasa de mortalidad que disminuye con la edad. Consideraciones similares se aplican probablemente a todos aquellos animales que tienen etapas larvarias que sirven como mecanismos de dispersión.

Cuando se considera la porción postjuvenil de la vida por sí misma, un número de animales para los que se ha reunido tal información -incluyendo principalmente peces y aves- tienen curvas de supervivencia que están dominadas por el patrón de accidente. En estas especies en la naturaleza, la muerte por vejez es aparentemente rara. Su probabilidad de sobrevivir hasta una edad avanzada es tan pequeña que puede ser estadísticamente insignificante. En los tiempos modernos, la depredación humana es un factor importante en la mortalidad de estas especies en muchos casos. Dado que las muertes debidas a la pesca y la caza son en gran medida independientes de la edad, una vez que el animal ha alcanzado un determinado tamaño mínimo, dicho factor sólo hace que la curva de supervivencia sea más pronunciada, pero no cambia su forma. Una de las consecuencias de ese aumento de la mortalidad es que se notan menos individuos viejos y grandes en una población.

Sin duda existen patrones de supervivencia más complejos, como el hipotético ilustrado. Deberían buscarse en aquellas especies en las que una amplia reorganización del animal forma parte del ciclo vital normal. En efecto, estos animales cambian radicalmente su entorno, en algunos casos varias veces a lo largo de su vida. La rana es un ejemplo conocido. Durante su período de desarrollo temprano y hasta poco después de la eclosión, el animal está sometido a importantes cambios internos, y algunos externos. Como renacuajo se adapta a una vida acuática y herbívora. La metamorfosis a la forma adulta, terrestre y carnívora, va acompañada de diversas tensiones fisiológicas que deben producir un aumento temporal de la tasa de mortalidad. En algunos insectos, los huevos, las larvas, las pupas y los adultos están expuestos y responden a entornos muy diferentes, y puede existir un patrón de supervivencia aún más complejo que el descrito por la curva compuesta.

La misma especie mostrará cambios en la supervivencia en diferentes entornos. En cautiverio, una población de animales puede acercarse al patrón de desgaste; en su hábitat natural, la supervivencia puede variar con la edad de una manera muy diferente. Aunque se puede asignar a un individuo una duración máxima de su vida potencial -siendo conscientes de que ese máximo puede no alcanzarse-, es imposible especificar el patrón de supervivencia si no se especifica también el entorno. Esta es otra forma de decir que la duración de la vida es una propiedad conjunta del animal y del entorno en el que vive.

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