Foto: Chris Gardner

El lijado es el héroe no reconocido de cualquier proyecto con madera. Puede llevar mucho tiempo y los resultados son sutiles: el lijado no transforma la pieza de trabajo como lo hace el corte a medida. El lijado tampoco aporta el «factor sorpresa» de un tinte intenso. Pero no se equivoque, es el paso clave que hay que dar para convertir la madera en bruto en una pieza de inversión, que añada valor a su hogar o estilo de vida.

¿Qué es el lijado?

Aunque el lijado hace que la madera parezca más suave, en realidad es el proceso de abrasión de las fibras de madera para que queden uniformemente ásperas. Lo llamamos «lijado» -y las herramientas empleadas son el papel de lija y las lijadoras- pero no se trata de ningún tipo de arena. Más bien, el abrasivo actúa como una herramienta de corte (no muy diferente a una hoja de sierra), que puede utilizarse para cortar, dar forma y terminar la madera en bruto, ya sea hasta el final o hasta el punto en que el material acepte fácilmente un acabado.

Lijado a mano

El lijado a mano le ofrece el mayor control sobre la forma de la superficie de la madera. Puede abordar esquinas y recovecos que una máquina no podría alcanzar. Sí, uso lijadoras motorizadas en casi todos los proyectos de carpintería o de acabado que realizo, pero siempre hago algo de lijado a mano.

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Foto: Chris Gardner

Para superficies planas y bordes afilados, utilice un bloque de lijado; compre uno en la ferretería o corte el suyo propio con madera de desecho. El bloque de lijado le permite aplicar una presión uniforme y evita que el papel de lija se amontone o se deslice. Si va a lijar una moldura o una moldura con una silueta intrincada, opte por una lijadora de perfiles de goma o de espuma para conseguir un aspecto nítido y profesional.

Al lijar curvas o formar un borde redondeado, renuncie al bloque de lijado y utilice la suavidad de sus manos para crear una forma de arco satisfactoria.

Advertencia

Sin importar el tipo de borde que busque, mantenga siempre una presión constante y lije con, y no contra, el grano. No emplee el papel de lija para eliminar cosas como marcas de lápiz o cola seca, pero sí para alisar juntas o agujeros de clavos rellenos.

Foto: Chris Gardner

Lijado con herramientas eléctricas

No es estrictamente necesario para ningún trabajo, pero una lijadora eléctrica puede ahorrarte mucho tiempo y sudor. Recomiendo encarecidamente la lijadora de órbita aleatoria, si aún no tienes una. Es la herramienta perfecta para muchas tareas, ya que alisa la madera de forma rápida y uniforme, y lo hace sin dejar marcas en la superficie. Se pueden colocar discos de lijado de diferentes granos, y especialmente cuando la herramienta está conectada a un aspirador de taller, el serrín no es un problema.

Foto: Chris Gardner

Lijado para el acabado

El lijado ayuda no sólo antes del acabado, sino también durante el mismo. Si piensa teñir o aplicar una capa transparente a su pieza, lije primero con papel de lija de 220, y luego limpie la superficie con un trapo o esponja húmedos. Esto levanta la veta, haciendo que la madera sea más receptiva al tinte. ¿Aplicar un acabado al aceite? Lije la superficie a 220, luego aplique aceite danés o de teca (con la veta) utilizando papel de lija de 320. Continúe hasta conseguir una ligera «lechada» de serrín y aceite.

Foto: Chris Gardner

Por último, pero no menos importante: Si tiene intención de pintar su pieza, el lijado será esencial para su éxito. La superficie se «desbasta» y la pintura se adhiere a ella. Además, el lijado entre capa y capa de pintura alisa las protuberancias o zonas elevadas que se produzcan, por lo que queda un acabado súper suave, como el de una fábrica.

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