Si usted o sus amigos han pasado por un divorcio, es probable que haya oído hablar del término «diferencias irreconciliables». La idea es que algunos problemas son tan irresolubles que el divorcio es la única opción. En otras palabras, un tribunal concederá el divorcio por diferencias irreconciliables si determina que los cónyuges no pueden ponerse de acuerdo en ciertas cuestiones básicas.
¿Qué son las diferencias irreconciliables?
Las diferencias irreconciliables se manifiestan cuando dos cónyuges no pueden llevarse bien y, por tanto, no pueden mantener su matrimonio intacto. Es un motivo que se utiliza cuando se solicita un divorcio sin culpa.
Hay siete factores principales que los tribunales utilizan para determinar si un matrimonio sufre o no diferencias irreconciliables. Estos incluyen cosas tan simples como las diferencias de personalidad hasta elementos tan complicados como los sentimientos y comportamientos agresivos.
Aunque está claro que algo como los sentimientos y comportamientos agresivos deberían ser motivo de divorcio, algunos de los otros factores pueden realmente reconciliarse si usted y su cónyuge están preparados para poner el trabajo y están interesados en evitar el divorcio.
Aprenda cómo puede salvar un matrimonio que se ve afectado por estos seis factores que se califican como diferencias irreconciliables.
Diferencias de personalidad
No hay dos personas que tengan la misma personalidad y los rasgos de personalidad que primero le atrajeron de una persona pueden acabar siendo los que más le irriten más adelante. Sin embargo, puedes plantearte si el hecho de que te irriten los rasgos de personalidad de alguien es una buena razón para divorciarte.
Normalmente, estas diferencias se magnifican en momentos de estrés como el nacimiento de un hijo o cuando tienes dificultades económicas. Por ejemplo, si se enamoró de alguien porque era fácil de llevar y relajado, estas mismas cualidades pueden llegar a molestarle si hacen que su pareja llegue tarde a casa y se olvide de las cosas que son importantes para usted.
Entonces, ¿cómo conciliar esta diferencia? Puedes probar a dejar que tu cónyuge se ocupe de los asuntos que se le dan bien mientras tú te encargas de las tareas que se te dan bien. Sólo tienes que asegurarte de que ambos sois capaces de comunicar lo que os conviene. Se trata de aprovechar los puntos fuertes del otro en lugar de centrarse en sus diferencias.
Necesidades emocionales insatisfechas
Muchas personas lidian con heridas de la infancia o problemas del pasado. Si éste es su caso o el de su cónyuge, es posible que se encuentren buscando al otro para llenar una necesidad que no es suya. Esto puede llevar a poner expectativas poco realistas en su pareja.
En este caso, puede intentar buscar asesoramiento matrimonial o trabajar con un educador matrimonial para ayudarles a usted y a su S.O. a identificar la mejor manera de satisfacer sus necesidades emocionales. Por ejemplo, si necesita más caricias, tiene que pedirlas; si necesita palabras de afirmación, tiene que expresar su deseo.
Muy a menudo, cuando uno de los cónyuges no está satisfaciendo sus necesidades emocionales, el otro tampoco lo hace.
Problemas financieros
Si usted o su cónyuge empiezan a tomar decisiones financieras sin tener en cuenta las necesidades generales de su matrimonio, entonces su relación puede sufrir por ello. Sin embargo, esta situación no es necesariamente irreconciliable.
La clave es ser abierto y honesto con respecto a sus finanzas, tanto en lo que se refiere a lo que entra como a lo que sale. En lugar de ocultar las compras importantes, siempre es mejor tomar esas decisiones juntos. Si estáis de acuerdo, incluso si surgen problemas financieros, podréis resolverlos juntos. Además, tenga en cuenta la relación de cada parte con el dinero para contextualizarla.
La ira y el resentimiento acumulados
La ira y el resentimiento acumulados tienden a ocurrir cuando una pareja tiene una incapacidad a largo plazo para comunicar sus sentimientos entre sí. Es fácil entrar en un matrimonio con expectativas elevadas e incluso irrazonables, y si esas expectativas no se cumplen puede ser difícil comunicar esta decepción a su cónyuge.
Aunque es inevitable que cada matrimonio se enfrente a su cuota de problemas, se vuelve destructivo cuando no se es capaz de discutir abiertamente estos problemas a medida que surgen. Seguramente, si se acumula suficiente enfado con el tiempo, puede parecer irreconciliable. Sin embargo, al abrir las líneas de comunicación, tal vez con un consejero o terapeuta, puede abordar sus problemas de frente y avanzar.
Falta de confianza
La confianza es uno de los pilares fundamentales de cualquier relación sólida. Cuando se pierde la confianza -sin importar las circunstancias- puede ser un reto recuperarla, pero no es imposible. Realmente depende de ti identificar lo que se necesita para recuperar la confianza en tu cónyuge.
Si nuestro cónyuge está dispuesto a admitir sus errores, a hacer cambios honestos en sí mismo y a compartir contigo la información que necesitas, puedes empezar a dar pasos hacia adelante. Cuando su corazón está en el matrimonio y la relación es una prioridad tanto para usted como para su pareja, la confianza puede ser reconstruida siempre y cuando ambos estén dispuestos y sean capaces de poner en el trabajo.
Disputas y peleas
Aunque un cierto grado de peleas y discusiones puede esperarse en cualquier relación a largo plazo, puede rápidamente salirse de control cuando se convierte en la norma. Si usted y su cónyuge están atrapados en el ciclo, la única manera de avanzar es aprender las habilidades de relación necesarias para ayudarles a poner fin a las peleas innecesarias.
Para algunas parejas, estas diferencias irreconciliables son razón suficiente para terminar un matrimonio (y eso está bien). Sin embargo, si usted y su cónyuge se empeñan en mantener su relación, hay formas de reconciliar ciertas diferencias. La clave es estar listo y dispuesto a poner el trabajo y estar abierto a buscar ayuda de un profesional si es necesario.