Durante décadas, Perrier fue el agua con gas preferida por los aficionados a las bebidas. Más recientemente, un advenedizo llamado LaCroix ha captado la atención de los millennials, a quienes no les importa mucho la estatura elitista de Perrier. LaCroix, que se vende en latas de aluminio en lugar de botellas de cristal y con diseños festivos y con tintes de Florida (la empresa matriz, National Beverage, tiene su sede en Fort Lauderdale), ha conseguido convertirse en líder del mercado de agua con burbujas. National Beverage afirma que es la marca número uno.
Aunque los consumidores pueden disfrutar del sabor, pedir un LaCroix puede ser ligeramente problemático si no se sabe pronunciar el nombre. Al igual que las bayas de acai y la quinoa, el nombre puede resultar molesto para la lengua.
La empresa indica que la pronunciación correcta es «Lah-croy», que rima con «enjoy» (disfrutar).
El nombre proviene del hecho de que LaCroix se desarrolló originalmente en Wisconsin en 1981. La «La» es por la ciudad de La Crosse, y «Croix» por el río St. Croix.
Utilizar «La-crux» puede provocar algunas miradas de reproche entre la élite de las aguas burbujeantes. Poner acento francés y toser «la-kwah» puede hacer que te perdonen de la mesa. Quédate con «lah croy». Si necesitas un recurso mnemotécnico, puedes decirte que rima con «enjoy». O simplemente puedes pedir agua del grifo.