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Contacto: Katherine Hoff

La física básica del calentamiento global se entiende tan bien como cualquier otro fenómeno científico. La temperatura media de la superficie de la Tierra está aumentando de forma anormal y a una velocidad alarmante, lo que amenaza con acabar con un número asombroso de plantas y animales en un futuro muy cercano y tener un impacto de gran alcance en la civilización humana, con muchas especies en peligro de extinción que ya sienten el calor. El consenso científico apunta directamente a la actividad humana como motor del calentamiento global. Pero podemos luchar para detener una catástrofe climática global total, y entender lo que está sucediendo es el primer paso.

EL PROCESO

Algunos gases de la atmósfera se denominan gases de efecto invernadero -en concreto, el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, el ozono troposférico y los CFC- porque permiten que la radiación de onda corta del sol atraviese la atmósfera y caliente la superficie de la Tierra. La energía que se irradia desde la superficie, la radiación de onda larga, es atrapada por los mismos gases de efecto invernadero, calentando el aire, los océanos y la tierra. Este proceso, apropiadamente denominado «efecto invernadero», es la forma en que se produce el calentamiento global. El carbono negro, una partícula más que un gas, también tiene un gran impacto en el calentamiento.

El efecto invernadero en sí no es algo malo. De hecho, la Tierra nunca podría haberse calentado lo suficiente como para mantener la vida sin él. Pero a finales del siglo XVIII, la aparición de los combustibles fósiles desencadenó una reacción en cadena. Cuando el carbón, el petróleo y el gas natural se queman, liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero, especialmente dióxido de carbono, o CO2, que es, con mucho, el más frecuente. Estos gases se acumulan en la atmósfera mucho más rápido de lo que los procesos naturales pueden absorber, y por tanto causan estragos en el complejo sistema climático de la Tierra. Después de que la Revolución Industrial cambiara todo, desde la fabricación de bienes hasta el uso de la tierra, pasando por los métodos de iluminación y calefacción, la combustión de combustibles fósiles aumentó drásticamente, y luego llegaron los coches, que ahora se unen a las centrales eléctricas de carbón como uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero. En combinación con el crecimiento masivo de la población y los efectos de la deforestación a gran escala y la agricultura industrial, la combustión generalizada de combustibles fósiles ha hecho que las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera aumenten hasta niveles nunca vistos en los más de 200.000 años de historia de la subespecie humana.

Los seres humanos han aumentado de forma tan espectacular el manto atmosférico de gases de efecto invernadero que el efecto invernadero que hizo posible la vida por primera vez amenaza ahora el mundo tal y como lo conocemos.

LOS NÚMEROS

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, un grupo científico encargado de evaluar el riesgo del cambio climático antropogénico o causado por el hombre, la concentración de dióxido de carbono atmosférico pasó de 280 partes por millón (ppm) antes de la industrialización a 379 ppm en 2005. Ahora estamos en 385 ppm, y llegaremos a 550 ppm a mediados de siglo si se mantienen las tendencias actuales. Los principales científicos advierten que debemos reducir el nivel de dióxido de carbono atmosférico por debajo de 350 ppm si queremos evitar un calentamiento global desbocado con impactos catastróficos.

LAS CONSECUENCIAS

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático proyecta que las temperaturas en la superficie de la Tierra aumentarán hasta 11,5 grados Fahrenheit en los próximos 100 años, la cubierta de nieve y el permafrost se perderán por completo en muchos lugares, y el hielo marino en los polos seguirá derritiéndose. Hasta la fecha, el calentamiento y el deshielo del Ártico se han producido mucho más rápido de lo previsto, lo que ha llevado a algunos científicos a concluir que el Ártico podría quedar libre de hielo en verano ya en 2012. Si la capa de hielo de Groenlandia se derritiera por completo, el nivel del mar subiría unos 6 metros, dejando a cientos de millones de habitantes de la costa -personas, plantas y animales- sin hogar. Y los fenómenos meteorológicos graves, como los huracanes, las sequías y las olas de calor, que ya van en aumento, serán más frecuentes que nunca. Otros innumerables resultados desastrosos, muchos de los cuales no pueden ser modelados con precisión para fines de predicción, hacen que el cambio climático sea una amenaza inminente.

Tal vez la consecuencia más general del calentamiento global es su efecto devastador sobre la biodiversidad, ya que amenaza con eliminar un número asombroso de plantas y animales de la Tierra. Desde el Ártico, donde los osos polares, las focas de hielo y las morsas están perdiendo su hábitat de hielo marino, hasta los océanos, donde la acidificación de los océanos causada por los gases de efecto invernadero amenaza toda la vida marina, el hábitat crucial está cambiando drásticamente, y las especies que no pueden adaptarse a las nuevas condiciones o migrar fuera de peligro morirán. Según un estudio de referencia, si dejamos que las tendencias actuales continúen, en 2050 esto supondrá el 35% de toda la vida vegetal y animal que existe actualmente, al menos un millón de especies.

EL MOMENTO DE ACTUAR

Las proyecciones de lo que ocurrirá si continuamos con el rumbo actual pintan un panorama muy duro del futuro. Y, de hecho, el calentamiento global constituye la mayor amenaza a la que se enfrentan las sociedades humanas. Pero no es demasiado tarde para actuar rápidamente y salvar el planeta y las especies que lo habitan. Reducir nuestras emisiones de dióxido de carbono es absolutamente esencial para luchar contra el cambio climático a largo plazo, y reducir inmediatamente las emisiones de carbono negro y metano, que permanecen en la atmósfera durante períodos de tiempo mucho más cortos que el CO2, es una forma de ganar tiempo para perfeccionar otras estrategias. Hay que poner soluciones a nivel individual, local, nacional e internacional si queremos frenar las emisiones que provocan el calentamiento global para salvar a millones de especies (incluida la nuestra).

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