PrototiposEditar
El prototipo de científico loco de ficción fue Víctor Frankenstein, creador de su monstruo epónimo, que hizo su primera aparición en 1818, en la novela Frankenstein, o el moderno Prometeo, de Mary Shelley. Aunque el protagonista de la novela, Victor Frankenstein, es un personaje simpático, en la novela de Shelley está presente el elemento crítico de llevar a cabo experimentos que cruzan «límites que no deben cruzarse», sin tener en cuenta las consecuencias. Frankenstein se formó como alquimista y como científico moderno, lo que le convierte en el puente entre dos épocas de un arquetipo en evolución. Se dice que el libro es precursor de un nuevo género, la ciencia-ficción, aunque como ejemplo de terror gótico se relaciona también con otros antecedentes.
El año 1896 vio la publicación de La isla del doctor Moreau, de H. G. Wells, en la que el médico titular -un controvertido viviseccionista- se aísla por completo de la civilización para continuar con sus experimentos de remodelación quirúrgica de animales en formas humanoides, sin importarle el sufrimiento que causa.
Representaciones cinematográficasEditar
Horace B. Carpenter como el Dr. Meirschultz, un científico que intenta devolver la vida a los muertos en la película de 1934 Maniac.
La película Metrópolis (1927) de Fritz Lang llevó al arquetipo de científico loco a la pantalla en la forma de Rotwang, el genio malvado cuyas máquinas habían dado vida a la ciudad distópica del título. El laboratorio de Rotwang influyó en muchas películas posteriores con sus arcos eléctricos, sus aparatos burbujeantes y sus extrañas y complicadas matrices de diales y controles. Interpretado por el actor Rudolf Klein-Rogge, el propio Rotwang es el prototipo de científico loco conflictivo; aunque es dueño de un poder científico casi místico, sigue siendo esclavo de sus propios deseos de poder y venganza. El aspecto de Rotwang también ha influido: el pelo alborotado del personaje, su comportamiento de ojos salvajes y su atuendo de laboratorio casi fascista han sido adoptados como una abreviatura del «aspecto» del científico loco. Incluso su mano derecha mecánica se ha convertido en una marca de poder científico retorcido, con un eco notable en la película de Stanley Kubrick Dr. Strangelove, Or–How I Learned To Stop Worrying And Love The Bomb (Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba) y en la novela The Three Stigmata of Palmer Eldritch (1965) de Philip K. Dick. Dick.
Bela Lugosi como el Dr. Paul Carruthers, el científico loco protagonista de la película de terror sobre la pobreza The Devil Bat (1940). Menospreciado en su lugar de trabajo, el químico Carruthers cría murciélagos gigantes para que ataquen a sus adinerados empleadores.
Un reciente estudio de 1.000 películas de terror distribuidas en el Reino Unido entre los años 30 y 80 revela que los científicos locos o sus creaciones han sido los villanos del 30 por ciento de las películas; la investigación científica ha producido el 39 por ciento de las amenazas; y, por el contrario, los científicos han sido los héroes de apenas un 11 por ciento.
Representaciones posteriores a la Segunda Guerra MundialEditar
Los científicos locos fueron más conspicuos en la cultura popular después de la Segunda Guerra Mundial. La sádica experimentación humana llevada a cabo bajo los auspicios de los nazis, especialmente los de Josef Mengele, y la invención de la bomba atómica, dieron lugar en este periodo a auténticos temores de que la ciencia y la tecnología se hubieran salido de control. El hecho de que el desarrollo científico y tecnológico durante la Guerra Fría supusiera una amenaza creciente de destrucción sin precedentes de la especie humana no disminuyó la impresión. Los científicos locos aparecen con frecuencia en la ciencia ficción y en las películas de la época.