Acto primeroEditar

La obra comienza en Nápoles con Don Juan y la duquesa Isabela que, solos en su habitación de palacio, acaban de disfrutar de una noche de amor juntos. Sin embargo, cuando Isabela quiere encender una lámpara, se da cuenta de que no es su amante, el duque Octavio, y grita pidiendo ayuda. El tío de Don Juan, Don Pedro, viene a detener al delincuente. Pero Don Juan revela astutamente su identidad como sobrino y Don Pedro le ayuda a escapar justo a tiempo. Pedro afirma entonces al Rey que el desconocido era el duque Octavio. El Rey ordena que Octavio e Isabela se casen de inmediato, y que ambos permanezcan en prisión hasta la boda.

En su casa, después de que Octavio hable de su amor por Isabela, Don Pedro viene a arrestarlo, alegando que Octavio había violado a Isabela la noche anterior. Octavio, por supuesto, no había hecho tal cosa, y empieza a creer que Isabela le ha sido infiel. Huye de Don Pedro, planeando abandonar el país.

A la orilla del mar de Tarragona, una campesina llamada Tisbea encuentra por casualidad a Don Juan y a su criado, Catalinón, aparentemente arrastrados por un naufragio. Intenta reanimar a Don Juan, que se despierta y le declara inmediatamente su amor. Tisbea se lleva a Juan a su casa, con la intención de cuidarlo y remendar sus ropas.

De vuelta a Sevilla, el Rey habla con Don Gonzalo, un noble y comandante militar, para concertar un matrimonio entre Don Juan y la hija de Gonzalo, Doña Ana. A Gonzalo le gusta la idea y va a discutirla con su hija.

De vuelta a la orilla del mar, Don Juan y Catalinón huyen, al parecer después de que Don Juan haya seducido ya a Tisbea. Catalinón le regaña, pero Don Juan le recuerda que no es su primera seducción, y bromea diciendo que tiene una enfermedad en la que debe seducir. Catalinón dice que es una plaga para las mujeres. Tisbea alcanza a los dos hombres, y Don Juan le asegura que tiene intención de casarse con ella. Tisbea está tan apoderada de la pena y la ira por lo sucedido que exclama «fuego, fuego», lo que significa que arde de odio y deseo de venganza. También le invade la vergüenza por haber deshecho su honor y se arroja al mar.

Acto SegundoEditar

En Sevilla, Don Diego, padre de Don Juan, le dice al rey que el hombre que sedujo a la duquesa Isabela no fue Octavio, sino Don Juan, y muestra una carta de Don Pedro como prueba. El Rey declara a Don Juan desterrado de Sevilla y se retracta de sus planes de casarlo con Doña Ana. Justo en ese momento llega Octavio, pidiendo perdón al rey por haber huido antes. El rey se lo concede y le permite quedarse como huésped en palacio.

A continuación llegan Don Juan y Catalinón y hablan con el marqués de la Mota, que es un mujeriego casi tan malo como Don Juan. El marqués confiesa, sin embargo, que en realidad está enamorado de su prima doña Ana, pero se lamenta de que ella esté concertada para casarse con otro. Mota dice que va a visitar a Ana, y Don Juan envía a Catalinón a seguirle en secreto. Los planes de don Juan también se ven favorecidos cuando un criado de Ana, que acaba de ver a don Juan hablando con Mota, le pide que le entregue a Mota una carta de Ana. En la carta, Ana le pide a Mota que la visite durante la noche, a las 11 en punto, ya que será su única oportunidad de estar juntos. Mota vuelve de nuevo, aparentemente sin haber encontrado a Ana en casa, y Don Juan dice que ha recibido instrucciones de Ana para que Mota vaya a la casa a medianoche. Mota le presta a don Juan su capa al final de la escena.

Esa noche, en casa de don Gonzalo, se oye a Ana gritar que alguien la ha deshonrado, y su padre, don Gonzalo, acude en su ayuda con la espada desenvainada. Don Juan saca su propia espada y mata a Don Gonzalo. Con su último aliento, Don Gonzalo jura perseguir a Don Juan. Don Juan sale de la casa justo a tiempo para encontrar a Mota y devolverle su capa y huye. Inmediatamente, Mota es visto con la misma capa que el hombre que asesinó a Don Gonzalo y es arrestado.

Al día siguiente, cerca de Dos Hermanas, Don Juan se encuentra con una boda de campesinos y se interesa especialmente por la novia, Aminta. El novio, Batricio, se siente perturbado por la presencia de un noble en su boda, pero no puede hacer nada.

Acto terceroEditar

Don Juan finge haber conocido a Aminta hace tiempo y haberla desflorado ya, y por ley ahora debe casarse con él. Va a disfrutar de Aminta por primera vez y la convence de que quiere casarse con ella de inmediato. Los dos se van juntos a consumar la unión, habiendo convencido Juan a Aminta de que es la forma más segura de anular su último matrimonio.

En otro lugar, Isabela y su criado, Fabio, están de viaje, buscando a don Juan, con el que ahora ha recibido instrucciones de casarse. Ella se queja de este acuerdo y declara que sigue amando a Octavio. Mientras viajan, se encuentran con Tisbea, cuyo intento de suicidio no ha tenido éxito. Cuando Isabela le pregunta a Tisbea por qué está tan triste, ésta le cuenta la historia de cómo Don Juan la sedujo. Isabela le pide entonces a Tisbea que la acompañe.

Don Juan y Catalinón están de vuelta en Sevilla y pasan por un cementerio. Ven el sepulcro de Don Gonzalo, y Don Juan invita en broma a la estatua del sepulcro a cenar con él y se ríe de que los embrujos y la venganza prometida aún no han llegado.

Esa misma noche, mientras Don Juan se sienta a cenar en su casa, sus criados se asustan y salen corriendo. Don Juan envía a Catalinón a investigar, y éste regresa, horrorizado, seguido por el fantasma de Gonzalo en forma de estatua sobre su tumba. Don Juan se asusta al principio, pero rápidamente recupera el control de sí mismo y se sienta tranquilamente a cenar mientras sus criados se encogen a su alrededor. Gonzalo invita a Juan a cenar de nuevo en el patio de la iglesia con él, y éste promete acudir.

En el Alcázar, el Rey y Don Diego, padre de Don Juan, discuten sobre la inminente boda con Isabela, así como sobre el recién concertado matrimonio entre Mota y Doña Ana. Llega entonces Octavio y pide permiso al Rey para batirse en duelo con Don Juan, y le cuenta la verdad de lo ocurrido con Isabela a Diego, que hasta ahora desconocía esta particular fechoría de su hijo. El Rey y Diego se marchan, y aparece Aminta, buscando a Don Juan ya que cree que ahora es su marido. Octavio la lleva ante el rey para que le cuente su historia.

En el patio de la iglesia, Don Juan le cuenta a Catalinón lo guapa que está Isabela y que se van a casar en unas horas. Vuelve a aparecer el fantasma de Gonzalo, que pone una mesa sobre la cubierta de una tumba. Sirve una comida de víboras y escorpiones, que Juan come valientemente. Al final de la comida, Gonzalo agarra a don Juan por la muñeca y lo mata. En un trueno, el fantasma, el sepulcro y Don Juan desaparecen, dejando sólo a Catalinón, que huye aterrorizado.

En el Alcázar, todos los personajes que han sido agraviados por Don Juan se están quejando al Rey, cuando entra Catalinón y anuncia la extraña historia de la muerte de Don Juan. Todas las mujeres que reclaman a Don Juan como su marido son declaradas viudas, y Catalinón admite que Ana escapó de Don Juan antes de que éste pudiera deshonrarla. Mota planea casarse con Ana, Octavio elige casarse con Isabela, Tisbea es libre de casarse de nuevo si lo desea, y Batricio y Aminta vuelven a casa.

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