En lugar de un resumen, he aquí un breve extracto del contenido:

THE THOMIST A SPECULATIVE QUARTERLY REVIEW OF THEOLOGY AND PHILOSOPHY EDITORS: LOS PADRES DOMINICOS DE LA PROVINCIA DE SAN JOSEPH JosEPH Editores: The Thomist Press, Washington 17, D. C. VoL. XXIII OCTUBRE, 1960 No.4 LA LEY ETERNA DE DIOS DESPUÉS de que Santo Tomás establece su definición de la ley en general, procede a discutir los diversos tipos de ley en particular. La principal de ellas, como fuente y origen, es la ley eterna de Dios. Primero muestra que la ley eterna existe y luego investiga su naturaleza. Su prueba de que ha existido una ley en la mente de Dios desde toda la eternidad es bastante diferente de lo que podríamos esperar. Si existe, es evidente que no podemos tener un conocimiento intuitivo de su existencia, pues nadie puede ver lo que hay en la mente de Dios, sino Dios mismo y los bienaventurados del cielo, que gozan de la visión cara a cara de la naturaleza divina.1 En esta vida, sólo podemos razonar su existencia a partir de las cosas que vemos a nuestro alrededor, al igual que razonamos la existencia de Dios a partir de las cosas visibles que nos rodean. De hecho, la última prueba que Santo Tomás da de la existencia de Dios, ex gubernatione rerum,2 es, como veremos más adelante, también una prueba de la existencia de la ley eterna. 1 I-II, q. 98, a. ~- – Ibídem, I, q. !t, a. 2. 497 498 JOSEPH COLLINS Este no es el enfoque de la ley eterna que podríamos haber esperado. Podríamos haber pensado, por ejemplo, que argumentaría desde la existencia de la ley humana hasta la ley divina o que argumentaría desde la existencia de la ley natural hasta la existencia en la mente de Dios de una ley trascendente que es el origen y la explicación de todas las demás leyes. Podríamos haber esperado que adoptara esa línea de argumentación porque enseña que la ley natural es una participación en la ley eterna y las leyes positivas, civiles y eclesiásticas, son válidas como leyes sólo en la medida en que se derivan de la ley eterna. Cuando examinamos la posición un poco más de cerca, podemos ver por qué no adoptó esa línea de argumentación. Habría sido equivalente a suponer lo que quería demostrar. Eso sería ciertamente así si hubiera argumentado a partir de la ley natural. Porque, la ley natural no es realmente diferente como ley de la ley eterna. Es la ley eterna recibida en nosotros. Él aborda el problema desde un ángulo totalmente distinto. Parte de algo que es evidente y que es un efecto de la ley eterna, a saber, el gobierno de Dios en el mundo. Que el universo está gobernado por Dios, lo deducimos del maravilloso orden y armonía que reinan, no sólo entre las cosas, sino también entre la multitudinaria y vastamente compleja actividad de las cosas. Los órdenes inferiores del ser sirven a los superiores, y todos, en su propio lugar y de diversas maneras, conspiran para promover el bien de todo el universo. Dirigir y guiar las obras de la creación hacia este objetivo exige, como señala Santo Tomás en otro lugar, una inteligencia supervisora y una mano gobernante, que es la mente y la mano de Dios. Esto es particularmente así, cuando consideramos que una gran parte del universo total carece de razón y no puede ver por sí misma la meta hacia la que se mueve inconscientemente. La alternativa es decir que la unidad y la armonía del universo se deben totalmente al azar, y tal explicación queda descartada por su propia imposibilidad intrínseca. – Es evidente si se supone que Dios existe. – Op. cit., I, q. lOS, a. 1. La ley eterna de Dios 499 El gobierno de Dios en el universo, sin embargo, es sólo la ejecución en el tiempo de lo que su providencia ordenó desde la eternidad. Su argumento, entonces, es este: si existió desde toda la eternidad en la mente de Dios un esquema detallado para llevar a cada criatura individual a la meta para la que fue creada, eso presupone un plan aún más amplio en la mente de Dios para llevar a toda la creación…

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