Una relación no es un camino de ida ni un amor que se resuelve solo. Aunque ames tanto a la persona, siempre hay algo que hay que sacrificar porque con el paso del tiempo, el amor por sí solo no es suficiente.
Hubo momentos en los que creí que había nacido para ti, momentos en los que crucé los dedos para que tú, y pensé que estábamos creados para hacernos felices el uno al otro más allá de nuestras imperfecciones. Pero supongo, que lo único que pude hacer fue desearlo.
Intenté luchar contra nuestras indiferencias, contra la distancia, contra el aburrimiento que de repente tomaba forma y ninguno de los dos se dio cuenta de que esas peleas estaban destinadas a terminar de alguna manera. Llegamos a un punto en el que ambos nos cansamos y dejamos que las cosas pasaran, y todo sucedió en contra de los deseos de cada uno. Tal vez éramos felices, o tal vez ya no lo éramos.
Tuvimos muchos grandes momentos mientras nos veíamos constantemente de forma virtual. Pero la distancia, de alguna manera, nos ganó y no pudimos ignorarla. Las cosas poco a poco se volvieron monótonas y bastante frías. Los hombros fríos, las conversaciones sin pasión y los sentimientos menguantes empezaron a hacerse evidentes. Y poco a poco, porque las cosas estaban cambiando antes de que nos diéramos cuenta, a veces también dolía. Por mucho que intentáramos congelarnos.
En este sentido, cuando dos personas están alejadas, no siempre es divertido, no siempre es feliz. Tardamos tanto tiempo en darnos cuenta de que hacernos felices el uno al otro se estaba convirtiendo en algo difícil.
Y como no elegimos ser ciegos o egoístas, un día decidimos tomar caminos separados, lo último que no queríamos hacer. Un día, nos dimos cuenta de que algunas cosas no estaban bien.
Supongo que todo tiene sus límites y su final. El amor gana -seguro que sí- pero no todo el tiempo.
Ser realistas durante las situaciones difíciles puede nutrirnos para ser el verdadero nosotros. Que al abrir los ojos se nos dispare el alma en un determinado momento de soledad que intentábamos sofocar.
Siempre he apreciado tu amabilidad, tu actitud optimista ante todo. Me has enseñado a ser amable en todo momento esté donde esté, sea cual sea la situación en la que me encuentre. Siempre ves lo bueno en todo. Gracias por quererme a pesar de mis imperfecciones. Gracias por estar a mi lado cuando todo estuvo a punto de irse al garete. Gracias por todo el cubo helado de bromas y risas.
Moreno, me gustaría que nunca olvidaras la expresión de mi cara cuando nos conocimos, cómo me daba miedo volver a enamorarme o estar en una relación comprometida a distancia. Tenía miedo, porque siempre sería la chica que conociste, alguien que tenía miedo de perder a alguien que amaba. No buscaba el amor verdadero, pero siempre creí en lo bueno que había en ti. Te echaré de menos cada hora, y entre esas horas, cada día, esos momentos entrañables e íntimos que compartíamos juntos como si no hubiera cola. Te agradeceré siempre los recuerdos que creamos a partir de nuestras imaginaciones perdidas. Gracias por tu infinita paciencia, por tu infinito apoyo y por tu amor incondicional.
Nuestra relación no fue perfecta, pero nos esforzamos para que lo fuera.
Amar a alguien es algo fácil, pero como amar a veces puede destrozarte, te estoy dejando ir. No es fácil, pero necesito hacerlo.
Si sólo se crearan opciones, preferiría abrazarte fuerte y tomar tus manos, pero mi fuerza ha sido vencida por mi debilidad. Siempre creí que podíamos vencerla, como esas pequeñas peleas interminables de las que nos reíamos. Esto nos duele mucho, claro que sí. Nos duele más de lo que podríamos imaginar, pero el tiempo puede curar todo. Y sólo el tiempo puede decirlo. Nosotros nunca podemos. Descansemos nuestros corazones por ahora; estarán cosidos de nuevo a la normalidad antes de que lo sepamos.
No olvidemos que sólo somos dos seres humanos amando a alguien que llamamos nuestro una vez en la vida. Y como no somos seres humanos egoístas, amamos mucho y eso es normal.
Aunque lo terminemos así, quiero que sepas que eres una de las mejores personas que he tenido y mi puerta siempre te acogerá de nuevo. Tengo que dejarte ir no porque quiera sino porque lo necesito. Esto debe ser lo mejor para los dos, para que podamos crecer y vivir nuestras vidas como queramos, y tal vez la próxima vez que nos encontremos, los dos seamos personas diferentes. Para ese momento, hemos aprendido mucho de los dolores y sinsabores.
Cada dolor es un comienzo diferente.
Dejar ir no significa que olvidemos todo lo bello que hemos compartido; sólo significa elegir el mejor camino para mejorar la versión de nosotros mismos. Te quiero. Hasta la vista.