Fuente: The Economist

El hacinamiento en las cárceles es un problema para países de todo el mundo, incluido Estados Unidos, donde 30.000 reclusos de California iniciaron una huelga de hambre en julio para protestar por las políticas de aislamiento en las prisiones del estado. Ahora, en su cuarta semana, casi 500 reclusos siguen negándose a comer. En mayo, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ordenó al estado que redujera su población carcelaria, dictaminando que las condiciones de hacinamiento constituían un castigo cruel e inusual.

Mientras que las cárceles de California están superpobladas, las de Estados Unidos en general funcionan al 99% de su capacidad, según el Centro Internacional de Estudios Penitenciarios, lo que sitúa a Estados Unidos en la mitad de un grupo de países seleccionados que The Economist destaca en el gráfico anterior. Encabeza la lista Haití, cuya población de 9.904 reclusos estaba alojada en un sistema de 17 prisiones que funcionaba al 336% de su capacidad en 2009. Estados Unidos anunció a principios de este año planes para construir dos prisiones en las provincias de Haití como parte de un esfuerzo internacional para aliviar el grave hacinamiento que a menudo obliga a los reclusos a turnarse para dormir por la noche debido a la falta de espacio.

Al final de la lista se encuentra Japón, cuyas prisiones, comparativamente espaciosas, han sido comparadas con «casas de retiro espartanas», con celdas diminutas pero impecables y una estricta regla de silencio. La tasa de población penitenciaria de Japón es de 54 por cada 100.000 ciudadanos, frente a los 716 de Estados Unidos.

Las cárceles superpobladas pueden ser tóxicas tanto para los presos como para los guardias, según un reciente informe de la GAO que concluye que las condiciones de hacinamiento contribuyen a aumentar la mala conducta de los reclusos, a una mayor competencia por los servicios penitenciarios, como los programas educativos o de formación profesional, y a la falta de oportunidades de trabajo significativas para los presos durante su encarcelamiento. Las enfermedades también pueden ser motivo de preocupación: las tasas de tuberculosis pueden ser 100 veces más altas en las prisiones que en la población civil, y los problemas de salud mental y de abuso de sustancias suelen ser más frecuentes.

A pesar del descenso de las tasas de criminalidad señalado en un análisis del Pew Research Center en mayo, la población penitenciaria federal y estatal de Estados Unidos ha aumentado. La población penitenciaria federal y estatal ha pasado de 307.276 presos en 1978 a un máximo de 1,6 millones de presos en 2009, antes de descender ligeramente en los últimos tres años.

Nota: El último párrafo de este post se ha actualizado para aclarar que las cifras de población penitenciaria citadas incluyen a los presos federales y estatales. El Centro Internacional de Estudios Penitenciarios estimó la población penitenciaria local en 735.601 personas en 2011.

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