Su microbioma -la diversa población de microbios (bacterias) que viven en su tracto gastrointestinal (GI)- desempeña un papel importante en la salud de su intestino, y en otros aspectos de su salud física, desde los trastornos inflamatorios de la piel hasta la obesidad.1 Los investigadores afirman ahora que esta función de fomento de la salud puede extenderse a la salud del cerebro y de los sistemas neurológicos.

¿Cuál es la relación?

Los miles de tipos diferentes de bacterias «buenas» y «malas» que pueblan el microbioma existen normalmente en un equilibrio a favor de las bacterias beneficiosas que ayudan a prevenir el crecimiento excesivo de las bacterias malas que pueden perjudicar su salud. Los estudios han demostrado que existe un daño potencial asociado a un desequilibrio en el microbioma debido a la inflamación, la permeabilidad intestinal o la falta de diversidad bacteriana, cualquiera de las cuales puede estar asociada a un crecimiento excesivo de bacterias no saludables. En algunos casos, los investigadores se enfrentan a la clásica cuestión del «huevo o la gallina» con respecto a la asociación entre las bacterias intestinales y la mala salud, en términos de qué es lo primero. ¿El crecimiento excesivo causa el trastorno o el trastorno causa un crecimiento excesivo de bacterias malas?

Bacterias en el cerebro

El pensamiento actual en el campo de la neuropsicología y el estudio de los problemas de salud mental incluye una fuerte especulación de que el trastorno bipolar, la esquizofrenia y otros problemas psicológicos o neurológicos también pueden estar asociados con alternancias en el microbioma. Los investigadores especulan que cualquier alteración del equilibrio normal y saludable de las bacterias del microbioma puede hacer que el sistema inmunitario reaccione de forma exagerada y contribuya a la inflamación del tracto gastrointestinal, lo que a su vez conduce al desarrollo de síntomas de enfermedad que se producen no sólo en todo el cuerpo, sino también en el cerebro.2,3,4

Este sistema de conexiones y comunicación entre el tracto gastrointestinal y el cerebro se conoce como el «eje intestino-cerebro». Algunos investigadores especulan que las infecciones que se producen en los primeros años de vida podrían afectar negativamente a la membrana mucosa del tracto gastrointestinal, alterando el eje intestino-cerebro e interfiriendo en el desarrollo normal del cerebro. La membrana de la mucosa también puede verse alterada de otras formas, como por ejemplo a través de una mala elección de la dieta, la radioterapia, el uso de antibióticos y la quimioterapia.3,4

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Lo que puedes hacer

Para mantener o restaurar la salud de tu microbioma y apoyar una buena salud general, es importante mantener un fuerte equilibrio a favor de las bacterias beneficiosas en tu tracto digestivo. El primer paso es llevar una dieta equilibrada que incluya alimentos con ingredientes probióticos o prebióticos que favorezcan la salud microbiana ayudando a restablecer el equilibrio del microbioma intestinal.3,4 Se trata de alimentos que contienen bacterias vivas beneficiosas (probióticas) y, en el caso de los prebióticos, contienen sustancias como tipos específicos de fibra que nutren el crecimiento de las bacterias probióticas.

Alimentos probióticos

Hasta que se sepa más, busque una variedad de alimentos probióticos fácilmente disponibles que suministran cantidades variables de bacterias vivas beneficiosas que crecen durante procesos de fermentación cuidadosamente controlados. Algunos de ellos son alimentos comunes que ya puede incluir en la dieta, mientras que otros pueden parecer un poco más exóticos, aunque están fácilmente disponibles en los supermercados. Los alimentos y bebidas probióticos incluyen el yogur natural, el kéfir, el requesón, el chucrut fresco, el kimchi, la kombucha, el vinagre de sidra de manzana y el miso. Tenga en cuenta que los efectos probióticos de estos alimentos se destruyen al cocinarlos, procesarlos o conservarlos a altas temperaturas.

Alimentos prebióticos

A diferencia de los alimentos probióticos, los alimentos prebióticos no contienen organismos vivos. Contribuyen a la salud del microbioma porque contienen fibras no digeribles que fermentan en el tracto gastrointestinal, donde son consumidas por las bacterias probióticas y convertidas en otras sustancias saludables. Entre los alimentos prebióticos se encuentran las alcachofas, los puerros, las cebollas, el ajo, la achicoria, la col, los espárragos, las legumbres y la avena.

Suplementos comerciales

Aunque se ha demostrado que los suplementos probióticos mejoran los síntomas de la depresión, la ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo y otras afecciones psicológicas y neurológicas, su uso debe consultarse con un médico o un profesional de la salud mental. En la actualidad, no hay recomendaciones estandarizadas porque los investigadores todavía tienen que determinar qué especie bacteriana o combinación de especies, dosis y sistemas de administración pueden ayudar mejor a tratar síntomas específicos y a mantener la salud en general. Todavía no está claro si las cepas individuales de bacterias probióticas son tan eficaces como las mezclas de diferentes cepas, y si cualquier combinación de bacterias en un suplemento puede interferir con otros medicamentos u otros aspectos de la salud, o de qué manera.5

Transplante de microbios

Los alimentos y los suplementos representan las formas más comunes de administrar probióticos al tracto gastrointestinal, pero no son la única manera. Otra forma de tratamiento que se está investigando actualmente se conoce como trasplante microbiano fecal, que es más o menos lo que parece. En resumen, la materia fecal (heces) de un individuo sano se trasplanta al intestino de alguien con una enfermedad crónica, con el objetivo de repoblar su microbioma con especies más diversas de bacterias y reducir los síntomas. Esta técnica ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de trastornos gastrointestinales, pero los estudios sobre su valor para los síntomas psiquiátricos se encuentran en etapas muy tempranas.6

Mirando hacia el futuro

La mayoría de los estudios que analizan el eje intestino-cerebro y el uso de probióticos para reducir los síntomas y la aparición de trastornos de salud mental, como la bipolaridad y la esquizofrenia, son estudios preliminares y preclínicos que apoyan la teoría, pero aún no han demostrado un efecto absoluto en seres humanos con problemas de salud mental. Aunque las primeras investigaciones apuntan a resultados positivos, es necesario realizar estudios clínicos en humanos y en poblaciones más amplias para determinar qué pacientes pueden beneficiarse realmente del tratamiento probiótico o «psicobiótico» de los trastornos de salud mental, y cuál es la mejor forma de aplicar estos tratamientos.7

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