La historia de las lenguas dravídicas
Existe una considerable literatura sobre la teoría de que la India es un área lingüística en la que diferentes familias lingüísticas han desarrollado estructuras convergentes a través de un amplio bilingüismo regional y social. Ahora está bien establecido que las familias lingüísticas indoarias y dravídicas desarrollaron estructuras convergentes en el sistema de sonido (fonología) y la gramática debido al contacto que se remonta al segundo milenio antes de Cristo. Las primeras variedades del indoario son formas del sánscrito. En el texto sánscrito del Rigveda (1500 a.C.) pueden detectarse más de una docena de préstamos dravídicos, como ulūkhala- ‘mortero’, kuṇḍa ‘foso’, khála- ‘era’, kāṇá- ‘tuerto’ y mayūra ‘pavo real’. La introducción de las consonantes retroflejas (aquellas producidas por la punta de la lengua levantada contra el centro del paladar duro) también se ha atribuido al contacto entre los hablantes del sánscrito y los de las lenguas dravídicas.
La presencia de palabras de préstamo dravídicas en el Rigveda implica que los hablantes dravídicos y arios estaban, en el momento de su composición, fusionados en una comunidad de habla en la gran llanura indogangética, mientras que las comunidades independientes de hablantes dravídicos se habían trasladado a la periferia de la zona indo-aria (Brahui en el noroeste, Kurukh-Malto en el este, y Gondi-Kui en el este y centro de la India). Cabe destacar que las formas más antiguas de las lenguas dravídicas se encuentran en el sur de la India, que no estuvo expuesta al sánscrito hasta el siglo V a.C. Esto sugiere que el sur estaba poblado por los hablantes de las lenguas dravídicas incluso antes de la entrada de los arios en la India.
La palabra drāviḍa/drāmiḍa y sus formas adjetivas aparecen en la literatura sánscrita clásica desde el siglo III a.C. como el nombre de un país y su gente. Drāviḍa como nombre de una lengua aparece en el Tantravartika («Exposición sobre las ciencias sagradas») de Kumarila-Bhatta, de aproximadamente el siglo VII d.C. En estos casos y en casi todos los similares, hay razones para creer que el nombre se refería al país tamil, al pueblo tamil y a la lengua tamil. Robert Caldwell, el misionero y obispo escocés que escribió la primera gramática comparativa de las lenguas dravídicas (1856), argumentó que el término se refería a veces de forma ambigua a los pueblos del sur de la India y a sus lenguas; lo adoptó como nombre genérico para toda la familia, ya que tamil (tamiẓ) era ya el nombre establecido de una lengua específica.
Caldwell y otros estudiosos han postulado que varias palabras del griego, el latín y el hebreo son de origen dravídico. La autenticidad de muchas de estas afirmaciones ha sido discutida, aunque dos elementos parecen plausibles. El primero es el griego oruza/oryza/orynda ‘arroz’, que debe compararse con el proto-dravidiano *war-inci (el asterisco denota una reconstrucción basada en formas descendientes atestiguadas, en este caso el tamil-malayalam-telugu wari, Parji verci(l), Gadaba varci(l), y Gondi wanji ‘arroz, paddy’) y no con el tamil arisi (dravidiano del sur *ariki) como propone Caldwell.
En el segundo caso, el griego ziggiberis/zingiberis ‘jengibre’ deriva del compuesto nominal dravidiano del sur *cinki-wēr (proto-dravidiano *wēr ‘raíz’), pali singi y singivera, sánscrito s’ṛṅgavera-, y tamil-malayo iñci (derivado de *cinki por la pérdida de *c y por el cambio de -ki a -ci después de una vocal anterior). Varios topónimos del sur de la India citados por Plinio el Viejo (siglo I d.C.) y Ptolomeo (siglo II d.C.) terminan en -our o -oura, que corresponden al sufijo toponímico -ūr ‘ciudad’ del proto-dravidiano *ūr.