A pesar de su conducta piadosa, la mantis religiosa hembra se ha ganado la reputación de mujer fatal pecaminosamente caníbal. Atrae a los machos con sus feromonas, y cuando uno se acerca, la posible pareja participa en una danza de cortejo. Si el atrevido he-mantis es considerado digno, se le permite subirse a la espalda de la hembra, mucho más grande, y comenzar la fertilización. Se sabe que la he-mantis arranca vorazmente la cabeza de su pareja durante o después de esta fase. Aunque una he-mantis decapitada no parece muy útil, algunas teorías sugieren lo contrario. Las observaciones de laboratorio afirman que el macho parece empujar más vigorosamente sin su cabeza; otros estudios citan el canibalismo sexual como una forma de aumentar el éxito y la duración de la cópula, que en algunas especies puede ser un asunto prolongado, de varias horas. En los casos de mordisqueo postcoital, el macho es simplemente una víctima de su proximidad a la damisela hambrienta. Quizás su próxima cita la lleve a cenar primero.