Durante milenios, el Ojo del Sáhara se escondió a plena vista.
Eso es porque esta enorme y misteriosa formación geológica es difícil de detectar desde el nivel del suelo, caminando por la Tierra.
Resulta que realmente descubrimos este increíble ojo de buey en la arena sólo cuando empezamos a enviar seres humanos al espacio.
Pero incluso ahora que lo hemos encontrado, los científicos no lo entienden del todo.
El Ojo del Sáhara, conocido más formalmente como la estructura de Richat, está en el oeste del desierto del Sáhara en Mauritania. Sobre el terreno, tiene unos 40 kilómetros de diámetro.
Cuando se preparaba la misión Gemini IV, una órbita de cuatro días alrededor de la Tierra, en 1965, se pidió a los astronautas que tomaran fotos del terreno terrestre.
Se les pidió en particular que buscaran «cualquier característica circular de gran tamaño que pudiera ser la raíz de estructuras de impacto», según el texto que acompaña a un conjunto de fotografías publicadas de la misión.
Los cráteres de impacto son geológicamente importantes porque nos hablan de la historia de la Tierra. Además, saber cuántas veces se han estrellado rocas espaciales en nuestro planeta puede ayudar a los científicos a hacer predicciones sobre el futuro.
Y durante un tiempo, los científicos pensaron que el Ojo del Sáhara era un cráter de impacto. Pero no encontraron suficiente roca derretida para que esa suposición se mantuviera. Las teorías actuales sugieren una historia mucho más complicada detrás de esta increíble formación natural.
La estructura del anillo principal del Ojo son los restos erosionados de lo que una vez fue una cúpula de capas de la corteza terrestre.
La teoría actual sobre cómo se formó
Los científicos todavía tienen preguntas sobre el Ojo del Sahara, pero dos geólogos canadienses tienen una teoría de trabajo sobre sus orígenes.
Creen que la formación del Ojo comenzó hace más de 100 millones de años, cuando el supercontinente Pangea fue desgarrado por la tectónica de placas y lo que ahora son África y Sudamérica se separaron entre sí.
Las rocas fundidas empujaron hacia la superficie pero no llegaron hasta el final, creando una cúpula de capas de roca, como un grano muy grande. Esto también creó líneas de falla que rodean y cruzan el Ojo. La roca fundida también disolvió la piedra caliza cerca del centro del Ojo, que se derrumbó para formar un tipo especial de roca llamada brecha.
Hace poco más de 100 millones de años, el Ojo entró en erupción violentamente. Eso colapsó la burbuja en parte, y la erosión hizo el resto del trabajo para crear el Ojo del Sahara que conocemos hoy. Los anillos están formados por diferentes tipos de roca que se erosionan a distintas velocidades. El círculo más pálido cerca del centro del Ojo es roca volcánica creada durante esa explosión.
Los astronautas modernos son aficionados al Ojo porque gran parte del desierto del Sahara es un mar ininterrumpido de arena. El Ojo es uno de los pocos descansos en la monotonía, y ahora se ha convertido en un punto de referencia clave para ellos.
Algunas personas creen que el Ojo del Sahara es en realidad los restos de la ciudad de la Atlántida, que Platón describió como anillos concéntricos de agua y tierra. Pero si nos preguntan a nosotros, la historia geológica que revela esta formación es mucho más interesante.