En 2008, Kevin Hart tuvo la oportunidad de hacer una gira con otros tres cómicos en un paquete en grandes teatros de todo el país.
Lo rechazó, eligiendo encabezar su propia gira en lugares más pequeños, de 1.000 asientos.
«Incluso aceptamos menos dinero para hacerlo», dice su agente en vivo, Mike Berkowitz, que también representa a Louis C.K., Amy Schumer y Aziz Ansari. «Al final de esa gira, hacíamos 2.500 plazas. Fue un punto de inflexión».
Hoy, Hart encabeza una de las mayores giras de comedia de los últimos años, si no de la historia: What Now? ha vendido más de 600.000 entradas hasta el mes pasado, según Billboard, ha recaudado 35 millones de dólares y ha agotado las entradas de numerosos estadios durante el verano. La gira forma parte de un boom de la comedia en directo que, aunque no está a la altura de los Rolling Stones o Madonna, permite a Hart, Ansari, C.K. y otros vender las entradas del Madison Square Garden de Nueva York.
«Vuelve a ser vibrante», dice a Rolling Stone Rick Greenstein, agente de John Oliver, Jamie Foxx y Dave Chappelle. «Estos tipos pueden ganar dinero de ocho o diez maneras diferentes: hacen un espectáculo y su standup sube un 300, 400, 500%. Uno alimenta al otro»
O, como dijo Louis C.K. a su lista de correo electrónico en enero, tras agotar las entradas para cuatro espectáculos en el MSG: «Si seguís comprando las entradas, tengo que seguir haciendo los espectáculos»
Chappelle, por su parte, ha agotado las entradas para múltiples espectáculos en teatros de Detroit, Atlanta y otros lugares.
Aunque Greenstein dice que las giras de comedia están empezando a vender entradas al nivel de las grandes estrellas del pop y del rock, ese fenómeno es generalmente raro.
El cómico más taquillero del año pasado, el ventrílocuo Jeff Dunham, ganó 17 millones de dólares y llegó sólo al número 55 en la lista de Pollstar de los principales espectáculos de Norteamérica; Jerry Seinfeld recaudó 14 millones de dólares y llegó al número 67. (En comparación, la recaudación de One Direction fue de más de 127 millones de dólares en 2014). Los que tocan en el MSG y otros grandes recintos generalmente no pueden mantener ese nivel de ventas en todo el país.
«Yo no diría que va a dominar el negocio», dice Gary Bongiovanni, editor jefe de Pollstar, «pero ciertamente la comedia como negocio está en auge.»
La comedia en directo lleva varios años en auge, sobre todo por el aumento de las redes sociales, YouTube y Netflix, pero también por la oleada de nuevos talentos, desde «Broad City» hasta Hannibal Buress o Key and Peele, cuyo vídeo «Substitute Teacher», por ejemplo, tiene más de 74 millones de visitas.
«No siento que no haya sido nunca grande. Cuando hay un desastre, la gente sigue queriendo reírse», dice Stacy Mark, socia de WME, la enorme agencia de talentos que representa a los mejores comediantes. «Es que todo el mundo está empezando a ponerse al día».
Billboard estimó la venta de entradas para comedias en vivo en 300 millones de dólares el año pasado, y cada vez son más los monologuistas de 2015 que hacen negocio a nivel de estadio. La gira Black and Brown Comedy Get Down, con George López y Cedric the Entertainer, ha vendido entre 10.000 y 13.000 entradas por espectáculo, según los promotores, mientras que el reciente Wild West Comedy Festival, con Hart y Lewis Black en Nashville, atrajo a 51.000 personas, más del doble de la asistencia del año pasado.
«Todas las ciudades tienen ahora al menos un festival de comedia, de distinto tamaño», dice Nick Nuciforo, jefe de giras de comedia en United Talent Agency. «Hay más comediantes tocando en teatros y arenas que nunca».
La gira de Hart está agotando las entradas al nivel del Steve Martin de los setenta, debido en parte a la omnipresencia del coprotagonista de «Get Hard» en películas, programas de televisión y apariciones de alto nivel en eventos como el Partido de las Estrellas de la NBA. Además, dice Berkowitz, los mejores cómicos de los últimos años están contando historias sobre sus vidas, permitiendo que los fans evolucionen con ellos de la misma manera que lo han hecho con Bruce Springsteen o James Taylor.
«El arte de ser más personal, y de contar historias – eso era más raro hace 10, 15, 20 años», dice. «La gente contaba chistes sobre compañías aéreas frente a una pared de ladrillos en un club».
Otro factor clave en la resistencia de la comedia en vivo: Incluso los mejores asientos son asequibles.
Chappelle en el anfiteatro Red Rocks el verano pasado costó sólo 60 dólares, y las entradas de Hart oscilan entre 20 y 150 dólares. Los stand-ups rara vez tienen que arrastrar decenas de camiones llenos de efectos especiales y pagar a músicos y grandes séquitos como hacen las bandas.
«Siempre ha habido actos que pueden tocar en arenas -Steve Martin, Eddie Murphy, Martin Lawrence, Chris Rock-, pero toda esta gente parece hacerlo al mismo tiempo», dice Geof Wills, presidente de comedia de la principal promotora Live Nation, refiriéndose a Chelsea Handler, que tocó en arenas hace un año, y a Jim Gaffigan, que toca en anfiteatros este verano. «Un cómico lo hace y otro dice: ‘Ah, sí, yo también quiero hacerlo’.'»
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