Ser padre y abuelo puede ser una montaña rusa emocional. Estás lleno de amor por tus hijos y nietos. Sin embargo, cuidar de ellos también puede ser aterrador, frustrante y, a veces, enloquecedor. Pero por mucho que te alteres, es importante controlar tu ira con los niños.
La importancia de controlar la ira
Nunca sienta bien enfadarse con alguien a quien quieres, especialmente con un niño. La ira es una emoción completamente natural y saludable. Pero las investigaciones demuestran que la ira frecuente e incontrolada está relacionada con enfermedades del corazón, trastornos digestivos, problemas para dormir y otros problemas de salud. También está relacionada con la violencia y la agresividad familiar.
El control de la ira puede ayudarle a tratar con su hijo o nieto de forma amable y constructiva. También es un buen ejemplo de cómo manejar situaciones difíciles y resolver conflictos.
Estrategias de control de la ira
Cuando sienta que está a punto de perder los nervios con un hijo difícil, recurra a las estrategias de control de la ira. Pueden ayudar a evitar que su ira se desborde.
En primer lugar, intente calmarse con métodos de relajación como:
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Respiración lenta y profunda
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Imaginar una escena relajante (imágenes visuales)
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Repetir una palabra o frase relajante en su mente
A continuación, pruebe los pasos de acción. Estos pueden ayudarle a manejar la situación acalorada:
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Hable con calma y escuche. Habla con claridad. Compruebe si el niño le entiende. Acuérdese de escuchar atentamente lo que intenta decirle.
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Sea lógico. Es probable que los niños, sobre todo los más pequeños, no estén tratando de hacerte enfadar. Date cuenta de que el niño no va a por ti.
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No hagas generalizaciones. No diga cosas como «nunca limpias tu habitación» o «siempre dejas un desastre». Elogie las cosas que su hijo hace bien o correctamente.
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Conozca las señales de una tormenta inminente. Puede que tu corazón empiece a latir con fuerza. Puede que se ponga tenso y apriete los dientes justo antes de estar a punto de arremeter con ira. Si es así, utiliza el método probado de contar hasta 10 antes de hablar. Averigua qué es lo que te molesta. A continuación, intenta responder de forma reflexiva. Si aún así estás a punto de explotar, sal de la habitación hasta que te calmes.
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Intenta utilizar la palabra «yo» en lugar de «tú». Esto ayudará a que las cosas sean menos hostiles. Por ejemplo, diga «Me siento frustrado cuando haces X porque…» en lugar de «Me estás volviendo loco».
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No se ponga a la defensiva. Tu hijo puede criticarte. No inicie una pelea ni critique a cambio. Intente comprender qué es lo que realmente le molesta. Pregunte con calma para intentar resolver el problema.
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Use algo de humor. Ríete, ponte tonto con tu hijo o haz algún simulacro de lucha. Pero no participe en burlas hostiles. Y no haga bromas a costa de su hijo.
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Dése un respiro. No te enfrentes a tu hijo ni te enfrentes a un problema cuando ya estés estresado o cansado por un largo día de trabajo. Tómate primero un descanso. Tómate de 10 a 15 minutos para relajarte, tranquilizarte y hacer algo que te guste. A continuación, podrá abordar un problema difícil.
Pensar a largo plazo
Las estrategias de gestión de la ira no son sólo para usarlas en el calor del momento. Hacer meditación o yoga con regularidad puede hacer que tengas un estado de ánimo más calmado y aceptable en general. Hacer más ejercicio de forma rutinaria puede ayudarte a aliviar algunas de las tensiones cotidianas. Esto puede ayudarle a estar más relajado cuando esté con sus hijos.
La disciplina es una forma de enseñar a su hijo. Piensa en tu propio comportamiento. El maltrato no es sólo físico. Las palabras pueden causar heridas profundas y daños duraderos. Utilice su comportamiento para mostrar a los niños que los conflictos pueden resolverse sin pegar, gritar o insultar.
Piense en buscar ayuda profesional para el manejo de la ira si no puede controlar su ira. O si tiene problemas de relación con sus hijos o nietos. Los profesionales de la salud pueden ayudarle a aprender las habilidades que necesita para comunicarse mejor con los niños. También pueden ayudarle a cambiar cualquier patrón de pensamiento negativo.