Los W123 diésel nunca mueren, como dice el refrán. Sólo entran en hibernación hasta la próxima crisis de la gasolina.
Mercedes-Benz está celebrando un importante aniversario de la familia de coches W123 – los conocidos aquí en los Estados Unidos por nombres como 240D, 280E y 300TD. La semana pasada se cumplieron 40 años del estreno de la nueva berlina ante los medios de comunicación en el circuito de Paul Ricard (Francia), que dio inicio a una exitosa serie de diez años de producción en la que salieron de las fábricas más de 2,7 millones de ejemplares.
El diseño exterior del W123 puede haber sido tranquilo y discreto, representando una evolución gradual de la apreciada familia de berlinas pequeñas W114/W115 que lo precedió, combinada con los rasgos de estilo de la berlina más grande W116. Pero preparó el camino para la Clase E tal y como la conocemos hoy en día, además de demostrar ser uno de los coches más indestructibles que existen, al igual que su vecino cuadrado de Gotemburgo, que celebró su 40º aniversario hace un par de años.
Los W123 siguen estando entre nosotros como una población fácilmente visible de conductores diarios en ambas costas y en todas partes, lo cual es el recordatorio más poderoso de su legado.
El W123 sedán debutó en 1976, pero el wagon tardó un par de años más en materializarse.
Cuando debutó en 1976, el W123 ofrecía un montón de nuevas características, además de la duradera marca de lujo de Stuttgart, algunas de ellas procedentes de la gran berlina W116 que se convertiría en la Clase S. El W123 incorporaba una suspensión delantera de doble horquilla, zonas de deformación, una columna de dirección plegable, frenos ABS, una gama de nuevos y económicos motores e incluso airbags a partir del modelo de 1982. Cuando debutó, la berlina tomó prestados los motores de sus predecesores W114/W115, pero también añadió un motor M123 de seis cilindros y 2,5 litros que producía 129 CV. En 1978, la gama de motores se completó con un motor que se convirtió en casi un sinónimo de esta berlina de tamaño medio: el 300D Turbodiesel de cinco cilindros.
El W123 también trajo consigo un nuevo estilo de carrocería para las rancheras de Benz, un hecho que sigue siendo infravalorado a día de hoy debido a la omnipresencia de las rancheras de Mercedes. En aquel momento, el mero hecho de ofrecer una carrocería familiar supuso un gran paso para el fabricante de automóviles, que también obligaría a varios fabricantes de carrocerías que ofrecían conversiones de vagones a reexaminar sus modelos de negocio. Mercedes ofreció el W123 también en forma de coupé, con una distancia entre ejes más corta. En realidad, el coupé llegó antes que los vagones, en 1978, y su ensamblaje tuvo lugar en la fábrica de Bremen.
También hubo una berlina de batalla extra larga con puertas traseras y habitáculo rediseñados que servía de limusina, favorecida principalmente por embajadas y hoteles de lujo. Esta versión fue mucho más popular en el extranjero, y se posicionó como una alternativa a los modelos W116 y W126 de la Clase S.
El W123 fue el primer station wagon de Mercedes-Benz para el mercado de masas, un hecho que no se aprecia del todo hoy en día.
En Estados Unidos, el W123 lucía un salpicadero ligeramente diferente al de Europa y otros mercados, además de unos parachoques mucho más prominentes, cortesía de la normativa federal. Aun así, los cambios visuales eran suaves en comparación con algunos modelos -el Peugeot 604, por ejemplo- y no perjudicaban mucho el aspecto de la berlina. Los entusiastas de los modelos del mercado americano incluso los exportaron a Europa, así como a otros países que no contaban con una red de distribución.
La producción del W123 cesó en enero de 1986, y el Clase E W124 sustituyó al modelo. El W124 se convertiría en una leyenda por derecho propio, pero nunca llegó a desplazar del todo a su predecesor. El W123 sigue siendo no sólo uno de los coches más producidos de Stuttgart, sino también uno de los más importantes, aunque a casi nadie le sorprende que sigan circulando por las carreteras en 2016.
