El mundo del cine, la televisión y el teatro está poblado mayoritariamente por liberales políticos. Esto frustra a algunos conservadores, que se quejan de que el entretenimiento que consumimos es tendencioso o propagandístico.
¿Pero por qué los guionistas, directores y actores de éxito tienden a inclinarse hacia la izquierda? Una nueva investigación ofrece una pista intrigante.
Un estudio reciente revela que estas personas son especialmente buenas para imaginar acontecimientos que están muy alejados de su realidad actual. Esa imaginación es, en cierto sentido, su superpoder, y les permite empatizar con una gama más amplia de personas.
Cuando imaginan tiempos o lugares lejanos, estos individuos altamente creativos utilizan un mecanismo cerebral diferente al de otras personas con logros similares pero menos imaginativas cuando realizan las mismas tareas.
Las vívidas imágenes resultantes les ayudan a establecer una conexión compasiva con la escena, ya se trate de refugiados asustados en la frontera sur o de cómo podría ser la vida dentro de un siglo, tras los impactos del cambio climático. Estos niveles más altos de empatía se han relacionado con el liberalismo político.
«Nuestros resultados sugieren un nuevo beneficio positivo de la creatividad: Puede ayudarnos a conectar mejor con los demás», escribe un equipo de investigación dirigido por Meghan Meyer, del Dartmouth College. «La creatividad puede ayudarnos a salir de nosotros mismos»
En el Journal of Personality and Social Psychology, Meyer y sus colegas describen tres estudios que demuestran una conexión entre la creatividad y la «imaginación distal», es decir, la capacidad de imaginar reinos lejanos. En uno de ellos participaron 100 personas que habían alcanzado un reconocimiento significativo en algún campo creativo: 42 escritores, 31 actores y/o directores y 27 artistas visuales.
Se les emparejó con 97 personas que habían alcanzado altos niveles de éxito en campos menos creativos, incluyendo las industrias médica, legal y financiera. A todos se les pidió que imaginaran (a.) cómo será el mundo dentro de 500 años, (b.) cómo es estar en el fondo del océano, (c.) cómo es ser un dictador enfadado, y (d.) cómo sería la Tierra si los continentes nunca se hubieran dividido.
«A los participantes se les mostró cada indicación durante dos minutos, y se les indicó que imaginaran la experiencia y escribieran una descripción de su simulación», escriben los investigadores. Después, los sujetos anotaron lo difícil que les había parecido el experimento y hasta qué punto habían sido capaces de sumergirse en sus mundos imaginarios.
No es de extrañar que los expertos en creatividad produjeran simulaciones más vívidas que sus homólogos de igual prestigio que no se dedicaban a las artes. Aun así, esta ventaja se limitó a escritores, directores y actores, todos los cuales «tienen experiencia en generar y comunicar ficción», señalan los investigadores.
En un estudio de seguimiento, se emparejó a 13 escritores y 14 directores/actores con 26 personas de éxito ajenas a las artes. Mientras se escaneaban sus cerebros con tecnología fMRI, se pidió a todos los participantes que imaginaran escenas comunes (despertarse por la mañana y hacer café) y otras poco comunes (despertarse por la mañana y descubrir que se es del sexo opuesto).
Cuando imaginaban las escenas comunes, la actividad cerebral de los expertos creativos y de sus homólogos menos creativos era idéntica. Pero cuando imaginaban escenas poco comunes o distantes, los creativos utilizaban una red cerebral distinta: el subsistema medial dorsal.
Este hallazgo sugiere que «los individuos creativos pueden estar preparados neuralmente para trascender el aquí y el ahora por defecto», escriben los investigadores.
Añaden que este subsistema neural «se asocia sistemáticamente con la consideración de las intenciones y los rasgos de personalidad de otras personas». Esto sugiere que la creatividad de alto nivel se asocia con una mayor capacidad de empatizar con los demás, gracias a una mayor capacidad de sentir y ver las cosas desde su perspectiva.
No está claro si esta capacidad especial es algo con lo que nacieron los escritores, directores y actores (y que los impulsó a las artes), o si tienden a construirla a lo largo de una carrera de narración. En cualquier caso, estudiar si esta capacidad imaginativa puede cultivarse merece la pena, dada su evidente utilidad. Pensemos en lo fuerte que sería nuestra dedicación a la protección del medio ambiente si pudiéramos imaginar de forma real y vívida la destrucción que estamos causando a las generaciones futuras.
Mientras eso no ocurra, los artistas de teatro, cine y televisión tienen posiblemente la obligación de seguir utilizando sus dones para ayudarnos a ver aquellas cosas que tienen la capacidad única de imaginar. Si quieren poner en práctica sus valores progresistas, eso incluiría crear visiones convincentes de un mundo más compasivo y sostenible.