Para un individuo avispado, no hace falta mucho para detectar un problema de rodilla: la hinchazón reveladora en la zona de la rodilla es una gran pista. Pero la babilla es una articulación complicada. Conocer la parte concreta de la babilla que está afectada y la causa precisa del trastorno es fundamental para aplicar la terapia correcta y maximizar la recuperación.

La babilla es una compleja articulación de bisagra en la extremidad superior trasera del caballo, y la mayor articulación del cuerpo del caballo. Su función es proporcionar una flexión y una extensión sin trabas de la extremidad posterior, lo que permite al caballo avanzar con un impulso suave. La babilla también participa en el aparato de parada pasiva, que bloquea la articulación para permitir que el caballo mantenga una extremidad trasera recta que soporte su peso durante largos periodos de tiempo mientras relaja la otra extremidad trasera. Aunque es comparable a la articulación de la rodilla en los humanos, la babilla equina está inclinada cuando el caballo está parado, mientras que la rodilla humana está erguida.

La babilla consta de varias articulaciones diferentes entre la rótula (tapa de la rodilla), el fémur (el hueso superior largo de la pata trasera) y la tibia (el interior de los dos huesos que se extiende desde la rodilla hasta el corvejón). Explica Melinda H. MacDonald, DVM, PhD, Dipl. ACVS, Profesora Adjunta de Cirugía Equina en la Universidad de California, Davis, «La cavidad de la articulación femorotibial de la rodilla se subdivide a su vez en compartimentos medial y lateral (interior y exterior). Dos meniscos en forma de media luna se sitúan entre el fémur y la tibia; estos meniscos son discos de cartílago que proporcionan congruencia entre los dos huesos y ayudan a reducir la conmoción en la articulación. Dos ligamentos cruzados dentro de la articulación femorotibial funcionan para estabilizar la articulación.

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