Estar presente significa ser plenamente consciente del momento y estar libre del ruido del diálogo interno. A menudo se asocia con sentimientos de quietud y paz. Las sensaciones suelen parecer más nítidas. Aquellos que habitan este estado presente a menudo informan de una sensación de experimentar la vida «tal y como es realmente» y de estar «libres de ilusiones».

Mantenerse en el estado presente

Todos estamos presentes de vez en cuando. Pero ser capaz de convocar este estado mental -y permanecer en él durante mucho tiempo- requiere práctica.La mente divaga. Vuelve a visitar el pasado. Explora y planifica el futuro. Ese es el modo por defecto.

La mente también narra el momento presente y trata de darle sentido. Cuando no podemos dar sentido a lo que ocurre, la mente reprime, distrae o se fija. Estas estrategias están diseñadas para protegernos y apoyarnos: ser capaces de recordar el pasado y planificar el futuro puede ayudarnos a sobrevivir, pero este proceso, cuando no se controla, nos impide estar realmente en el presente.

Cuando el presente es doloroso

Cuando estamos presentes, sentimos las cosas plenamente. Lo bueno y lo malo.

Cuando el «ahora» es agradable, es más fácil desprenderse de los pensamientos. Tenemos más posibilidades de experimentar la alegría y el placer del momento.

Sin embargo, cuando el momento presente es doloroso, permanecer en esa experiencia puede ser desalentador. Nuestra mente, abandonada a su suerte, nos ayudará disociando o bloqueando las duras realidades. Por ejemplo, no viviremos realmente los sentimientos de tristeza o vergüenza.

Las defensas de la mente, por desgracia, hacen que sea mucho más difícil ver la realidad tal y como es, y afrontar nuestros problemas de forma más constructiva.

La mente como herramienta, no como maestra

La mente es una herramienta maravillosa para planificar y resolver problemas. Sin embargo, una mente no entrenada puede colorear y dar forma a nuestra realidad de maneras que no son ingeniosas. Como escribe el autor Brian Thompson, «las historias que te cuentas a ti mismo crean un «yo» que no es verdadero».

La voz dentro de nuestra cabeza comenta, juzga, se queja, le gusta, no le gusta, etc. Nos contamos historias en voz baja y los pensamientos bullen sin cesar. El budismo se refiere a este estado sin restricciones como «mente de mono», porque es casi como si la mente fuera un pequeño mono corriendo sin control y haciendo ruido. En este estado de distracción, no experimentamos la verdadera realidad.

Nos identificamos inconscientemente con nuestra mente hasta que nos hemos entrenado para darnos cuenta de algo muy profundo: no somos los pensamientos de nuestra mente; somos lo que oye los pensamientos.Cuando observas tu mente objetivamente, ya no estás atrapado en ella.El mono deja el tambor. Sientes paz. Este es el comienzo de la libertad.

Esta es una percepción crucial en el viaje hacia el autodescubrimiento.

Empieza por escuchar imparcialmente las voces que hablan. Date cuenta de que no eres tus pensamientos. Escucha con una conciencia compasiva y abierta. Distánciate de este parloteo interno.

Cuando la mente está en silencio, hay una brecha en la corriente mental.Estas brechas de «no-mente» te llevan a un mundo más allá de los pensamientos, un mundo de experiencia. Al mirar hacia adentro, puedes sentir la quietud y la paz dentro de ti. Eso es estar presente.

El momento presente es todo lo que hay

Al desconectar de la mente y estar más presente, tiendes a sentirte más vivo, más alerta y más en paz.

Suena a tópico, pero el presente es realmente todo lo que hay. Es el espacio donde se desarrollan nuestras vidas. El pasado ya no existe. El futuro aún no ha ocurrido. El pasado y el futuro son esencialmente ficciones, construcciones de la mente.

Introspección y ver el mundo como realmente es. Puedes llegar a él en cualquier momento, simplemente dirigiendo toda tu atención al ahora.

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