La mayoría de las personas sienten que están bajo mucho estrés. Por suerte, el cuerpo humano tiene muchos mecanismos internos para ayudarnos a lidiar con la mayoría de los factores de estrés que la vida nos puede presentar. Uno de los actores clave en nuestra respuesta al estrés es nuestro sistema nervioso. Cuando el estrés se apodera de nosotros, nuestro sistema nervioso puede enviarnos algunas señales bastante claras, suponiendo que estemos dispuestos a escuchar.

El Sistema Nervioso – Un rápido manual

Sin entrar demasiado en la fisiología, el sistema nervioso tiene dos partes principales: el sistema nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico (SNP). El SNC representa la mayor parte del sistema nervioso e incluye el cerebro y la médula espinal. El SNP está formado por todas las demás estructuras nerviosas que no se encuentran en el SNC. La gran mayoría de lo que comúnmente se llama nervios se considera que está en el SNP.

El sistema nervioso autónomo (SNA) es la parte del SNP que actúa como sistema de control, manteniendo el equilibrio en el cuerpo. El SNA controla y regula todas las funciones de mantenimiento de la vida en las que no tienes que pensar; es tu SNA el que te mantiene vivo cuando estás dormido o cuando te quedas inconsciente. El SNA se divide en dos partes: el sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema nervioso parasimpático (PNS). Estas dos ramas del sistema nervioso son las que nos ayudan a lidiar con el estrés, por lo que conviene hacer una breve descripción.

El sistema nervioso simpático (SNS) suele denominarse sistema nervioso de «lucha o huida» porque el SNS prepara al cuerpo para luchar o huir del peligro. Cuando el SNS se convierte en la rama dominante del sistema nervioso, la sangre se desvía de los órganos internos hacia los músculos y la periferia del cuerpo (brazos, piernas, etc.) para facilitar la acción. Como hay una mayor utilización de nutrientes y hormonas, así como una mayor destrucción de tejidos cuando el SNS está activado, produce un efecto catabólico (de descomposición) en el cuerpo. El SNS es dominante cuando se realiza un ejercicio intenso, se trabaja o se hace algo que requiere un mayor aporte de sangre a los músculos; esto incluye el estrés.

Por el contrario, el sistema nervioso parasimpático (SNP) es responsable de la digestión y la eliminación y sirve para regular la restauración, la reconstrucción y la reparación del cuerpo, haciéndolo más anabólico (construir/reparar). El SNP también estimula la función inmunitaria por la noche mientras se duerme.

Síntomas de un sistema nervioso simpático hiperactivo

Cuando estamos sometidos a un alto nivel de estrés durante un largo periodo de tiempo, el SNS se vuelve dominante y las funciones del SNP se apagan proporcionalmente. Con el tiempo, esta sobreestimulación del SNS puede dar lugar a claros signos de desequilibrio que incluyen: mala digestión/indigestión, estreñimiento, ansiedad, respiración superficial, aumento de la frecuencia cardíaca, sueño de mala calidad, inquietud, sudores nocturnos, disminución de la libido, fatiga, nerviosismo, aumento de la agitación/irritabilidad, aumento de la tensión muscular, aumento de la inflamación y aumento de la susceptibilidad a las infecciones (es decir, enfermedades frecuentes).

Si sufre más de tres de los síntomas anteriores, debe escuchar las señales que le envía su cuerpo. Su cuerpo le está diciendo que se está agotando y si no hace algo para apoyarlo, se avecina un colapso de algún tipo.

Cómo apoyar un sistema nervioso simpático hiperactivo

Hay varias maneras de apoyar el SNS y restaurar el equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático. Haga clic en los siguientes enlaces para obtener más información:

Cambios en la dieta para favorecer un sistema nervioso simpático hiperactivo

Ejercicios para favorecer un sistema nervioso simpático hiperactivo

Modificaciones en el estilo de vida para favorecer un sistema nervioso simpático hiperactivo

La clave es que tiene que hacer algo (y a menudo muchas cosas) para tener un sistema nervioso simpático hiperactivo bajo control. Por suerte, la mayoría de las cosas que tienes que «hacer» requieren que bajes el ritmo y te relajes, así que en lugar de intentar añadir una cosa más a tu ya sobrecargado estilo de vida, en realidad estarás haciendo tiempo para ti.

Las consecuencias de no escuchar estas señales pueden ser devastadoras: enfermedades del corazón, insomnio, depresión, fatiga crónica, ansiedad, dolor crónico, agotamiento… la lista es interminable. Escucha las señales que te envía tu cuerpo, equilíbrate y disfruta de tu vida.

admin

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