Para alguien que lucha con un problema de abuso de sustancias, mantener la sobriedad es a menudo un desafío diario.El potencial de recaída siempre está ahí, pero conocer las señales de advertencia que podrían presagiar una recaída puede ayudar a evitarla. Es importante que los amigos y la familia estén informados sobre los posibles factores desencadenantes de una recaída, y también es importante que las personas que se están recuperando sean capaces de controlarse a sí mismas.
Las personas que se recuperan de cualquier tipo de adicción suelen experimentar al menos una recaída, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA). La recaída puede ser especialmente peligrosa para alguien que se ha abstenido del consumo de drogas durante mucho tiempo. Las personas que llevan mucho tiempo en recuperación perderán su tolerancia a la droga de la que abusan, y tomar la cantidad que estaban acostumbrados a consumir durante el punto álgido de su abuso podría provocar una sobredosis e incluso la muerte.
La adicción es una enfermedad crónica, lo que hace que la recaída sea una posibilidad independientemente del tiempo que una persona se haya abstenido del abuso de sustancias. Una vez que se produce la recaída, puede ser difícil para una persona volver al camino de la recuperación. Es probable que sientan el fuerte deseo de seguir consumiendo una vez que lo hayan hecho aunque sea una vez. Como resultado, conseguir que alguien vuelva al tratamiento lo más rápido posible después de la recaída es crucial para su salud y recuperación a largo plazo.
Las etapas de la recaída
La recaída es más un proceso que el evento singular de reanudar el uso. Se divide en tres etapas:
- Emocional
- Mental
- Física
La recaída emocional suele ser la primera etapa de la recaída, y ocurre antes de que alguien en recuperación comience a considerar el consumo de nuevo. El individuo suele empezar a experimentar respuestas emocionales negativas, como ira, mal humor y sentimientos de ansiedad. También puede empezar a experimentar hábitos erráticos de alimentación y sueño, y su deseo de recuperación a menudo disminuye debido a la falta de uso de sus sistemas de apoyo. Estos son los primeros signos de advertencia de que una persona en recuperación podría estar entrando en el proceso de recaída, y es importante reconocerlos lo antes posible. Esta etapa ocurre antes de que la persona sea consciente de que podría estar en peligro de recaída, e intervenir ahora antes de que entre en la recaída mental puede evitar que el problema se consolide.
La recaída mental es la segunda etapa del proceso. Suele ser un momento de lucha interna para una persona en recuperación, ya que una parte de ella quiere seguir en el camino de la sobriedad a largo plazo; sin embargo, esa parte se encuentra en una especie de tira y afloja con otra parte que quiere volver a consumir. Siempre puede haber una parte de la persona que quiera volver a consumir, por eso se considera que la adicción es una condición crónica. A medida que avanza esta fase del proceso de recaída, acaban surgiendo pensamientos directos sobre el consumo y, en este punto, es muy difícil detener el proceso. Cuando alguien que se enfrenta a la adicción decide que va a consumir, suele ser sólo cuestión de tiempo hasta que lo haga.
La recaída mental es una etapa muy difícil de superar, y a menudo da paso a la tercera y última etapa del proceso de recaída.
Una vez que se ha producido la recaída mental, no suele tardar mucho tiempo en pasar a la etapa de recaída física. Esta es la etapa en la que más se piensa cuando se escucha el término recaída. La recaída física ocurre cuando la persona consume la sustancia, rompiendo su sobriedad. El consumo de una sola vez puede dar lugar a intensas ansias de seguir consumiendo, y el potencial de volver a entrar en el abuso constante de sustancias es frecuente. Conseguir que una persona vuelva al tratamiento lo antes posible es vital.
Señales de advertencia
Reconocer las señales de advertencia antes de una recaída es la mejor manera de evitar que ocurra. Una señal de advertencia muy común es la romantización del consumo de drogas. Una persona en recuperación puede empezar a revivir los días de su abuso de drogas y verlos de forma positiva. Una visión positiva de todos los buenos momentos percibidos puede ser un desencadenante peligroso que planta la idea de consumir de nuevo en su mente. Esto es una incursión en la recaída mental, que puede resultar rápidamente en una recaída física y completa. Es fácil para un individuo adicto recordar sólo los aspectos positivos de su abuso y olvidar toda la angustia que puede haberle causado.
Una persona en recuperación puede empezar a creer que puede volver a consumir sin caer de nuevo en su adicción. Sin embargo, una adicción nunca desaparece; es una condición crónica que necesita ser tratada continuamente. Un individuo puede pensar que está preparado para consumir casualmente debido a lo que ha aprendido en la recuperación, pero la recuperación sólo llega con la abstención total del consumo de la droga. Si un individuo en recuperación comienza a hablar de su capacidad para consumir de nuevo sin caer en la adicción, a menudo es una señal de que la recaída está en el horizonte.
Monitorear con quién se relaciona una persona en recuperación puede ayudar a prevenir la recaída. Si un individuo vuelve a visitar viejas relaciones que implicaron el uso de drogas, puede ser un desencadenante que resulte en el abuso de sustancias. Los entornos negativos pueden tener un grave impacto en una persona en recuperación debido a su vulnerabilidad a tales influencias.
El comportamiento suele ser también una clara señal de advertencia de recaída. Los cambios repentinos en la forma de actuar de una persona en recuperación suelen preceder a una recaída. Esto puede ser evidenciado por el aumento del aislamiento y la evasión de su sistema de apoyo sobrio. Una persona también puede dejar de perseguir los intereses y pasatiempos que ha desarrollado en la recuperación.
Tal vez la señal de advertencia más evidente es si un individuo en recuperación comienza a dudar de la eficacia del proceso de recuperación.
Si comienzan a hablar mal del proceso o a mostrar desprecio por la recuperación, podría ser un indicador de que están en camino a la recaída.
Desencadenantes de la recaída
Hay muchas cosas que pueden desencadenar una recaída en un individuo. Uno de los desencadenantes más comunes es la depresión. La depresión y el abuso de sustancias suelen estar relacionados. Las personas que luchan contra la depresión suelen consumir drogas para combatir los sentimientos depresivos que experimentan. Además, el abuso de sustancias a menudo puede llevar a la depresión, comenzando así un círculo vicioso de consumo de drogas y posterior depresión.
La depresión pone a una persona en un mayor riesgo de suicidio, al igual que el abuso de sustancias. Si se combinan las dos cosas, el riesgo de suicidio aumenta drásticamente; mientras que las personas que sufren depresión tienen un 10 por ciento de posibilidades de suicidarse, ese riesgo se eleva al 25 por ciento en el caso de quienes sufren depresión y además abusan de sustancias, según Psychology Today. Por eso es primordial reconocer los signos de depresión en alguien que está en recuperación, ya que lo que está en juego es lo más importante.
Algunos síntomas de la depresión son:
- Desesperanza
- Baja energía
- Fluctuación significativa del apetito
- Culpa
- Sentimientos de no valer nada
- Problemas para concentrarse
- Sentimientos de ansiedad
- Cambio en los patrones de sueño
- Irritabilidad
- Falta de interés por las cosas
El estrés puede ser otro de los desencadenantes habituales de las recaídas. Según Medical News Today, el estrés es la sensación que experimenta alguien que está bajo presión. Para muchas personas, el estrés es parte de la vida cotidiana, y la mayoría de los individuos necesitan una salida para lidiar con su estrés. Para quienes son propensos a la adicción, el abuso de sustancias es una forma habitual de afrontar el estrés. Un estudio publicado en los Anales de la Academia de Ciencias de Nueva York sugiere incluso que el estrés en las primeras etapas de la vida puede conducir a un mayor riesgo de adicción en el futuro. Esto demuestra el dramático impacto que el estrés puede tener en la adicción.
Según European Neuropsychopharmacology, las investigaciones sugieren que las personas que han usado drogas para mitigar el estrés en el pasado son propensas a volver a este comportamiento cuando surgen futuros factores de estrés. Esto sugeriría que alguien en recuperación podría ser propenso a recaer debido a un elevado nivel de estrés en la vida.
El agotamiento puede ser otro factor desencadenante de la recaída. La falta de sueño a menudo conduce a la desatención, lo que puede hacer que una persona sea más vulnerable a consumir de nuevo. La recuperación es un proceso diario que requiere centrarse en una vida sana. Si alguien no está operando con todas sus facultades debido al agotamiento, es menos probable que emplee las técnicas que aprendió en el tratamiento.
El aislamiento puede ser otro factor desencadenante de la recaída. Un sistema de apoyo positivo es crucial para la recuperación en curso.
Esto puede significar estar rodeado de seres queridos que lo apoyen, ir a terapia regularmente o asistir a un grupo de apoyo de pares o de 12 pasos. Aislarse de estos recursos de apoyo puede suponer un mayor riesgo de recaída.
Abordar los impulsos mentales puede ser una herramienta eficaz para prevenir las recaídas, al menos a corto plazo. Hablar con alguien sobre las ganas de consumir a menudo puede ayudar a reducir esas ganas y hacer que el pensamiento racional pase a primer plano. Esta es una razón por la que muchos programas de apoyo emplean el uso de un patrocinador; puede ser crítico tener a alguien con quien hablar cuando surge el impulso de consumir.
Pensar en el escenario completo después de romantizar el abuso de sustancias también puede ayudar. Cuando una persona en recuperación está idealizando su uso pasado de una droga, a menudo está pensando simplemente en las primeras etapas: el consumo de la droga. Puede ser útil para una persona seguir «reproduciendo la cinta» y pensar en todo lo que acompaña al consumo, específicamente en todas las consecuencias que lo acompañan. Esto puede ayudar a la persona a recordar por qué buscó la recuperación en primer lugar.
El reingreso en un centro de tratamiento residencial es a veces un paso necesario para evitar la recaída. Si el impulso de consumir se ha vuelto lo suficientemente fuerte, reinsertar a alguien en el mismo entorno en el que comenzó su recuperación podría ser lo que se necesita para mantenerlo en el camino de la recuperación. La terapia en un entorno ambulatorio también podría ser suficiente.
De nuevo, el apoyo de los amigos y la familia puede ser primordial para evitar la recaída. Es importante que estas personas sean educadas en el proceso de recuperación, así como en los riesgos y señales de advertencia de la recaída. Su capacidad para supervisar a su ser querido en la recuperación puede ser crucial para prevenir una recaída.
La mejor manera de abordar una recaída es actuar con prontitud. El individuo debe reconocer que una recaída, aunque no es un fracaso, es algo serio. Cada recaída presenta el potencial de volver a caer en el abuso continuo, lo que puede conducir a graves problemas de salud e incluso a la muerte.
Detectar las razones de una recaída es clave. Al identificar las razones por las que una persona consumió, se pueden establecer las salvaguardias adecuadas para evitar que esos mismos factores desencadenantes den lugar a otra recaída. Cuanto más conozca una persona sus factores desencadenantes y señales de advertencia, más fácil será para ella y sus seres queridos reconocer cualquier signo de recaída. Un plan de prevención de recaídas, a menudo diseñado con la ayuda de un terapeuta, puede ser una herramienta eficaz para garantizar que no se produzca otra recaída. Aunque no hay forma de garantizar que no se produzca una recaída, ciertamente hay pasos para la prevención y la recuperación que pueden aumentar la probabilidad de una recuperación larga y exitosa.