Resumen e introducción

Abstract

El fracaso virológico, o la incapacidad de mantener o alcanzar una supresión viral por debajo de los límites detectables (<50 copias/mL), se produce en algunos pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)-1, a pesar de estar bajo una pauta antirretroviral (ARV) potente. Las directrices actuales establecen que el objetivo de la terapia es alcanzar y mantener el ARN del VIH-1 por debajo de los niveles detectables, con recomendaciones de cambiar de régimen en caso de fracaso virológico, basándose en las consecuencias adversas de los grados más altos de viremia. Con la introducción de nuevos y potentes agentes, la probabilidad de alcanzar este objetivo en pacientes con experiencia en el tratamiento es cada vez mayor. No todos los pacientes que experimentan un fracaso virológico durante el tratamiento sufren un deterioro virológico e inmunológico inmediato; algunos experimentan niveles persistentemente bajos, pero detectables, de ARN del VIH-1 en el rango de 50-1000 copias/mL. El umbral en el que la viremia de bajo nivel (LLV) se convierte en predictor de la progresión de la enfermedad varía según los estudios, aunque las pruebas demuestran que la supresión viral incompleta conduce a la acumulación de mutaciones de resistencia con un aumento concomitante de la replicación viral, la reducción de los recuentos de células CD4, el aumento del riesgo de progresión virológica y el deterioro clínico. Además, con el aumento de la resistencia, las opciones futuras de tratamiento se ven comprometidas. Aunque existen consecuencias clínicas cuando se mantiene a un paciente con un régimen que falla, puede ser preferible retrasar un cambio de terapia si la posibilidad de resupresión es baja. Con la introducción de nuevos ARV dentro de las clases existentes que han mostrado una actividad significativa contra los virus resistentes, así como la introducción de dos nuevas clases de agentes ARV, el tratamiento del VIH ha entrado en una nueva era. Se han ampliado las opciones para elaborar regímenes activos contra los virus multirresistentes.

Introducción

La viremia del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)-1 está reconocida como un importante indicador pronóstico de la progresión de la enfermedad en los pacientes infectados por el VIH-1. La carga viral (CV) también actúa como un marcador sustituto de la respuesta al tratamiento1 y predice fuertemente la progresión al SIDA y la muerte. El tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) reduce la viremia del VIH-1 y conduce a una reducción sustancial de la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el VIH.

Las directrices actuales establecen que el objetivo de la TARGA es suprimir y mantener la VL por debajo de niveles detectables (<50 copias/mL). A pesar de estar en un régimen antirretroviral (ARV) potente, algunos pacientes experimentan una viremia detectable persistente por encima del límite de detección del ensayo, lo que puede considerarse un indicador de fracaso virológico.

Los estudios han evaluado el impacto de la viremia de bajo nivel (VL), a menudo definida como una VL consistentemente baja pero detectable (<1000 copias/mL), en la progresión de la infección por VIH-1. Según las directrices de tratamiento actuales, hay poca distinción entre esta definición de VL y el fracaso virológico (lo que pone en duda que distinguir entre VL y fracaso virológico sea, de hecho, clínicamente relevante), incluso para los pacientes con experiencia en el tratamiento.

La investigación clínica sugiere consecuencias negativas de la supresión virológica incompleta. Las implicaciones de la supresión viral incompleta en la progresión clínica y el impacto de la intervención HAART se revisan aquí a la luz de los datos clínicos recientes.

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