En las profundidades de la República Democrática del Congo se encuentra uno de los mamíferos más antiguos y característicos que quedan en la Tierra: el okapi. Esta escurridiza criatura es endémica de las densas selvas tropicales de las tierras bajas del centro y noreste de la República Democrática del Congo, donde es un símbolo nacional y cultural.
Más conocido como la «jirafa del bosque», el okapi depende totalmente de su santuario forestal para sobrevivir, y la deforestación -junto con la caza furtiva y la minería- ha provocado su declive.
A pesar de su larga existencia, su descubrimiento no fue anunciado por primera vez por científicos occidentales a principios del siglo XX. Sin embargo, ya ha sido incluido en la Lista Roja de la UICN como especie «en peligro», ya que se cree que, sólo en los últimos 15 años, el número de okapis se ha reducido a la mitad.
No se deje engañar por su trasero a rayas, ya que el okapi es en realidad el único pariente vivo de la jirafa. Primos enigmáticos, la jirafa y el okapi son las únicas especies vivas de la familia Giraffidae y comparten una serie de características comunes, como el cuello alargado y la lengua larga y oscura. La forma de caminar de un okapi también se parece mucho a la de una jirafa: ambos animales pisan simultáneamente con la misma pata delantera y trasera de cada lado, en lugar de mover patas alternas como otros ungulados. Los okapis machos, al igual que las jirafas, también tienen unos cuernos cortos en la frente que están cubiertos de piel y que se llaman huesecillos, los cuales se desarrollan entre uno y cinco años de edad.
En caso de que aún no se hayan ganado tu corazón, aquí tienes otras cinco características que hacen que el okapi sea tan excepcional:
1. Son un protagonista de Pixar en ciernes. Tímido y normalmente solitario, el okapi es casi imposible de observar en la naturaleza. Durante años, los europeos oyeron hablar del animal, pero sólo los habitantes nativos de la selva del Congo lo habían visto realmente. Por ello, el okapi adquirió un estatus casi mítico y llegó a ser conocido como el «unicornio africano». Los exploradores se propusieron confirmar su existencia, pero no tuvieron suerte a la hora de divisar sus rayas. Sólo se describió oficialmente en 1901, cuando Sir Harry Johnston adquirió una piel completa y dos cráneos de pigmeos agradecidos. Su nombre científico pasó a ser Okapia johnstoni en su honor.
2. Son excelentes en el escondite. Los okapis tienen notables defensas naturales contra la depredación, siendo los leopardos y los humanos sus principales depredadores. Tienen grandes orejas que les ayudan a detectar cualquier perturbación, mientras que las distintivas marcas marrones y blancas de su grupa les sirven de camuflaje en el bosque. Para evitar a los leopardos, también permanecen en un lugar en un «nido» durante las primeras seis a nueve semanas de su vida, que es mucho más tiempo del que se sabe que hacen las crías de otras especies.
3. Tienen superpoderes infrasónicos. Las madres de okapi producen llamadas infrasónicas a unos 14HZ para comunicarse con sus crías, lo que resulta útil en los bosques densos y no puede ser escuchado por los humanos.
4. Tienen pies apestosos. Los okapis tienen glándulas aromáticas en cada pie que dejan una sustancia parecida al alquitrán para comunicar su territorio.
5. Pueden lamerse las orejas. La lengua del okapi mide entre 14 y 18 pulgadas de largo. La utilizan para envolver las hojas de las que se alimentan, así como para asearse a sí mismos y a sus crías. La lengua de un okapi es lo suficientemente larga como para que el animal pueda lavarse los párpados
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