Objetivo: Las fugas anastomóticas postoperatorias son una de las consecuencias más devastadoras de la cirugía colorrectal. El diagnóstico por imagen de las fugas anastomóticas del tracto gastrointestinal superior se ha evaluado y comunicado ampliamente. Ningún estudio ha comparado la utilidad y la eficacia de la tomografía computarizada y los enemas hidrosolubles para la identificación de las fugas anastomóticas gastrointestinales inferiores postoperatorias. El presente estudio fue diseñado para evaluar y comparar estas dos modalidades comunes de imágenes radiográficas en la detección de fugas anastomóticas gastrointestinales inferiores.

Métodos: Se realizó una revisión retrospectiva de la historia clínica que identificó a 36 pacientes durante un período de siete años que se sometieron a una cirugía reoperatoria por una fuga anastomótica gastrointestinal inferior. Los estudios de imagen de los pacientes se clasificaron como positivos si se demostraba la extravasación de material de contraste. Cuando fueron negativos, se revisó retrospectivamente un estudio en un intento de identificar hallazgos sugestivos de una fuga anastomótica.

Resultados: Hubo 36 pacientes identificados con una fuga gastrointestinal inferior postoperatoria que requirió intervención quirúrgica. Hubo 28 de 36 pacientes (78 por ciento) reexaminados sobre la base de un estudio radiológico que demostró una fuga anastomótica. Se realizaron un total de 27 TC, de los cuales 4 (14,8%) se consideraron positivos para una fuga anastomótica. Al revisar las restantes TC negativas, nueve (33,3%) se consideraron positivas descriptivas con una gran cantidad de líquido o aire en la cavidad peritoneal, pero sin extravasación evidente de contraste. Dieciocho pacientes fueron evaluados con un enema hidrosoluble y 15 (83,3%) demostraron extravasación de material de contraste. En los 26 pacientes con una fuga anastomótica distal, se realizaron 17 enemas hidrosolubles y 15 (88%) demostraron una fuga. En cambio, sólo 2 de 17 (12%) TC fueron positivas en este grupo de pacientes (P < 0,001). Hubo diez pacientes a los que se les realizó inicialmente una TC seguida de un enema hidrosoluble. De estos pacientes, ocho de nueve (88%) tuvieron inicialmente una TC negativa pero se consideraron clínicamente sospechosos de tener una fuga anastomótica y posteriormente se demostró una fuga en un enema hidrosoluble.

Conclusiones: Se puede demostrar que la intervención temprana en pacientes que desarrollan una fuga anastomótica mejora el resultado final, especialmente en lo que respecta a la mortalidad. Suele ser necesario obtener pruebas objetivas de la integridad anastomótica debido a la inespecificidad de los signos clínicos. Nuestro estudio respaldó la superioridad del enema hidrosoluble frente a la TC en los pacientes en los que se utilizaron ambas modalidades. Esta diferencia fue más pronunciada para las fugas anastomóticas distales, mientras que ningún estudio de imagen radiológica resultó eficaz para evaluar las anastomosis proximales.

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