Planificación
El proceso de restauración comienza con una evaluación del lugar degradado. Las condiciones actuales del lugar deben examinarse a fondo para identificar la necesidad de restauración y las posibles acciones necesarias para restaurar el lugar. Los restauradores deben tener en cuenta las causas de la degradación, la probabilidad de que la degradación pueda revertirse o reducirse y las formas en que puede llevarse a cabo la restauración. En las primeras fases del proceso de planificación, los restauradores deben identificar los recursos necesarios (como la financiación, la mano de obra, el equipo, los materiales vegetales y los conocimientos técnicos) que afectan directamente a la viabilidad del proyecto. El apoyo y la participación de las comunidades locales y de las instituciones gubernamentales en las primeras fases del proceso de planificación y a lo largo de la ejecución pueden ser inestimables.
Un paso fundamental en la planificación de la restauración es establecer objetivos realistas. Las condiciones previas a la perturbación, a menudo representadas por «sitios de referencia» cercanos, son objetivos comunes de restauración, aunque los objetivos reales se adaptan a las condiciones ecológicas, sociales, legales y económicas locales. Además, la prevención de la pérdida de poblaciones o hábitats protegidos es una motivación común para la restauración. Otros objetivos pueden ser el control de la erosión, la producción de forraje en los pastizales, la protección del hábitat de la fauna y la preservación de los paisajes culturales. La planificación para el cambio climático es cada vez más importante. Una vez establecidas las metas del proyecto de restauración, el siguiente paso es perfilar los objetivos e identificar las medidas de éxito. Los objetivos claramente articulados y la evaluación periódica del progreso medible hacia esos objetivos proporcionan información sobre la trayectoria y el éxito del proyecto, incluyendo cómo y cuándo deben modificarse las actividades de restauración.