por: E.B. Johnson

Nuestras emociones son cosas poderosas, y pueden movernos a algunos lugares verdaderamente poderosos. A veces, sin embargo, estos avances nos hacen sentir incómodos o nos dejan desequilibrados. Cuando esto ocurre, tenemos la tendencia a enterrar nuestras emociones en lo más profundo de nuestro ser, creando brechas emocionales que nos alejan de nuestro auténtico sentido del ser y de la autoridad. Si queremos encontrar la verdadera felicidad, tenemos que curar las heridas que nos retienen. Pero ese es un proceso que requiere mirar largamente hacia la oscuridad que tanto hemos intentado ocultar.

Podemos encontrar la verdadera alegría y plenitud en la vida, pero primero tenemos que desprendernos del dolor que nos limita. Sólo si llegas a comprender tus emociones y cómo te impactan, podrás desbloquear la capacidad de controlarlas. El dolor emocional es poderoso, y puede llegar a lo más profundo del corazón y del alma de lo que somos. Sin embargo, cuando no lo abordamos, nos encontramos flotando, ahogándonos y hundiéndonos en las rocas que nosotros mismos creamos. ¿Quieres ser feliz? Estupendo. Empieza por enfrentarte al dolor emocional que te está obligando a llegar a la orilla, en lugar de más allá del horizonte.

Las emociones de los humanos son fuertes, y lo son por una razón. Nuestras emociones sirven para proteger, y sirven para protegernos de las cosas que nos hacen daño o que nos causan malestar. Cosas como la ira, la tristeza, la ansiedad e incluso los sentimientos de desesperanza son respuestas a los desencadenantes del entorno, pero pueden convertirse en problemas mucho, mucho más grandes cuando se ignoran o no se abordan.

Cualquier emoción que te cause malestar puede ser etiquetada como «dolor» emocional. Sin embargo, el concepto en su conjunto es mucho más profundo que eso. El verdadero dolor emocional se produce cuando las emociones incómodas se entierran (día tras día, año tras año) y se dejan supurar y pudrir en el núcleo de lo que somos. Con el tiempo, estas emociones se acumulan unas sobre otras y se manifiestan de varias formas tóxicas, erosionando lentamente nuestro bienestar general.

Superar el dolor emocional es un proceso que requiere tiempo, pero también es un proceso que requiere mucha introspección. Aunque el dolor que experimentamos en el mundo exterior puede ser infligido por otros, es nuestra responsabilidad sanarlo y es nuestra responsabilidad asegurarnos de encontrar nuestro camino hacia la resolución y la felicidad. Sólo cuando empecemos a tomar la iniciativa y a perseguir nuestra propia y auténtica alegría podremos volver a ser quienes estamos destinados a ser. Si queremos florecer de verdad en esta vida, tenemos que soltar nuestro dolor emocional y tomar las riendas del futuro que queremos crear.

Las facetas del dolor emocional.

El dolor emocional no es sólo un horrible reverso de la emoción, sino que está repleto de una serie de sentimientos complicados y de todas las experiencias que nos llevaron a ellos en primer lugar. La comprensión del dolor emocional comienza con la comprensión de las facetas de ese dolor. Tanto si se trata de una ira no expresada como de un sentimiento de culpa que no puedes abordar, no podrás afrontar tu dolor hasta que le pongas nombre.

La ira no expresada

Nuestra ira es una emoción compleja, que puede descarrilarnos por completo si no la gestionamos con atención. La ira puede asomar la cabeza cada vez que sufrimos un desaire o un contratiempo, lo que se traduce en irritación, molestia e incluso autocompasión o envidia. Aunque nuestra ira sea incómoda, hay que abordarla y resolverla cuanto antes. Cuanto más tiempo la dejes sin atender, más dolor te causará y más profundas serán las raíces de ese dolor.

Tristeza profundamente enterrada

La tristeza es otra emoción incómoda, y es una particularmente destructiva cuando se deja enterrada. Nuestra tristeza juega un papel importante en nuestra regulación emocional, y juega un papel importante para ayudarnos a identificar situaciones sutiles que podrían estar socavando nuestra alegría y realización general. Cuando estamos tristes, es porque nos enfrentamos a algún conflicto del yo que necesita ser resuelto, y trabajado conscientemente y con compasión.

Ansiedad sin fin

La ansiedad es un camino difícil de recorrer, y una colina aún más difícil de subir. Tu ansiedad te hace dudar de ti mismo, negarte oportunidades e incluso aislarte social y sentimentalmente de aquellos que, de otro modo, podrían aportar luz y alegría a tu vida. La ansiedad se puede resumir en sentimientos de tensión o estrés que nos hacen sentir al límite o incómodos. Al igual que el resto de nuestras emociones, la ansiedad puede aparecer y desaparecer con distintos grados de fuerza y tener diferentes efectos tanto en nuestras percepciones internas como externas.

Culpa y vergüenza

Es importante señalar que la vergüenza no es la culpa. La culpa es una presión que se ejerce desde fuerzas externas, mientras que la vergüenza es una experiencia totalmente interiorizada. Cuando nos sentimos avergonzados, sentimos que nosotros mismos somos defectuosos, en lugar de darnos cuenta de esa «verdad» a manos de otra persona. Se adentra en los niveles más profundos de nuestra autoestima y puede causar un daño psicológico considerable. Desde la vergüenza corporal hasta el aferramiento a las heridas de nuestra infancia traumática, es un castigo a uno mismo y una negación de la felicidad en todas sus formas.

Cómo afecta a nuestro bienestar general.

Aunque se podría pensar que el dolor emocional es relativamente discreto, nada podría estar más lejos de la realidad. Dado que nuestras emociones son tan poderosas, tienen un gran efecto en nuestro comportamiento y en la forma en que tomamos decisiones (nos demos cuenta o no). El hecho de que decidamos no enfrentarnos a ellas no significa que no estén ahí. De hecho, cuanto más tiempo se deje el dolor emocional sin tratar… más desagradables pueden ser los efectos secundarios.

Aumento de la adicción

No afrontar el dolor emocional que sufrimos puede ponernos de rodillas y hacernos la vida imposible. Desde el estrés y la ansiedad, hasta el dolor y el malestar literalmente físicos… cuando uno está sufriendo hará casi cualquier cosa para detenerlo. Por esta razón, muchos de los que sufren con heridas emocionales profundas, o problemas no abordados se encuentran buscando adormecer a través del uso de drogas, alcohol y otros comportamientos adictivos (como el juego). Cuando no te ocupas de tus problemas, tu subconsciente toma el control y eso puede conducir a la adicción, a relaciones distorsionadas y a ataques que dificultan la conexión.

Paralización de la vida

La angustia emocional activa tu lucha o huida, y hace que sea difícil capitalizar las oportunidades o los cambios para crecer y mejorar nuestras vidas. Estar estresado al máximo, o lidiar con sentimientos de desesperanza y pena, puede llevarte a congelarte y bloquearte. Al no poder tomar las decisiones y realizar las acciones que necesitas, puedes encontrarte en un bucle de parálisis por análisis que hace imposible ver los caminos correctos hacia adelante.

Más estrés

El estrés es uno de los elementos más tóxicos que podemos introducir en nuestras vidas, y gran parte de él se genera a partir de un dolor emocional no abordado, o de necesidades que se ignoran. Cuando estás estresado, experimentas, tensión muscular, dolores de cabeza, e incluso un aumento de las enfermedades cardíacas y mentales. Todo esto es gracias al cortisol, una hormona del estrés que erosiona nuestra salud cardiovascular, al tiempo que obliga a nuestros cuerpos físicos y mentales a enloquecer y descomponerse.

Erosión física

El estrés desgasta tu cuerpo, y también lo hacen las emociones que se ignoran o se dejan en la oscuridad hasta que estás al borde de la explosión. Ya sea que tus sentimientos conduzcan a un caso completo de depresión que carcome tu salud física – o simplemente terminas con un montón de culpa enterrada – estas cosas contribuyen al dolor físico, y a cosas como dolores de cabeza por tensión, espasmos musculares, e incluso a la disminución de la función inmune (algo que nadie necesita en esta época de alarmismo viral).

Los beneficios de curar tu dolor emocional.

Centrarse sólo en los síntomas de tu dolor emocional no es suficiente para curar tu herida. Si te centras sólo en cómo estás reaccionando al dolor que tienes, aumentarás ese dolor y la negatividad en tu vida. Por eso es importante entender los beneficios de sanar tu dolor, para que puedas crear un plan de acción que te permita construir un mejor mañana.

Aumenta tu estado de ánimo

Descender a la raíz de tus dificultades morales o emocionales te permite desbloquear algunos poderes transformadores que mejoran la calidad de tu vida. Tal vez la principal de estas mejoras sea el aumento del estado de ánimo. A medida que vayas desprendiéndote de toda esa rabia, tristeza y estrés que ha permanecido ininterrumpidamente durante tanto tiempo, llegarás a encontrar una nueva libertad y una felicidad en tu nueva capacidad de prosperar. Dejar ir nuestras emociones negativas, o descubrir formas de resolverlas, alivia un peso figurado de nuestros hombros que puede ayudarnos a encontrar mayores niveles de felicidad y plenitud.

Liberar el estrés

Liberar tu dolor y equipaje emocional te permite liberar tu estrés y encontrar el camino de vuelta a la calma. Bajar el cortisol en nuestro cuerpo nos ayuda a liberar toxinas, y nos ayuda a relajar nuestro estado mental y a tomar mejor las decisiones para nosotros mismos y nuestra vida. Soltar nuestra rabia y nuestra tristeza nos quita un gran peso de encima, y hace más fácil desprenderse y mirar la vida desde un punto de vista lógico y racional.

Dormir mejor

Soltar la carga emocional que te agobia puede mejorar tu estado de ánimo y aliviar el estrés, pero también tiene el poder de mejorar la calidad de tu sueño. Te des cuenta o no, uno de los efectos secundarios más brillantes de la curación de tu dolor emocional puede ser la mejora de la calidad del sueño y una mayor capacidad para conciliarlo y mantenerlo. Cuando estamos estresados, nuestros patrones cerebrales y de sueño se ven interrumpidos, lo que no hace más que agravar nuestro estrés y ansiedad. Estar agotado dificulta el equilibrio.

Comprensión de uno mismo

Quizás el mayor beneficio de resolver el dolor emocional sea llegar a una mejor comprensión de uno mismo. Resolver nuestras heridas requiere que profundicemos, y que echemos una buena y larga mirada a quiénes somos y qué queremos. Este tipo de autoexamen (que no siempre se fomenta en un entorno cada vez más politizado) nos permite descubrir las fortalezas ocultas y enamorarnos de la belleza única que poseemos en formas que afirman la vida. Cuando comprendes tu dolor emocional, comprendes quién eres y cómo reaccionas… y eso es un conocimiento poderoso.

Señales sutiles de que es hora de curar tu malestar emocional.

No todas las señales de dolor emocional son tan obvias como otras. A continuación se presentan algunas de las formas sutiles en que este dolor no abordado puede socavar su bienestar y señalar que es hora de un cambio radical y autodirigido.

Gula incesante

¿Alguien que parece no tener suficiente, ya sea con la comida, el alcohol, las relaciones o algún otro tipo de dispositivo de afrontamiento de distracción? Podría ser una señal de que hay problemas subyacentes que necesitan ser abordados. Cuando sufrimos emocionalmente, a menudo enmascaramos ese dolor con otras distracciones que nos permiten desconectar y adormecer. Sin embargo, el problema de esta glotonería incesante es que no hace nada para disipar los sentimientos o los desagradables efectos secundarios que traen consigo.

Aislamiento consciente (o inconsciente)

Aislarse -aunque a veces es útil- también puede ser una señal de problemas subyacentes que necesitan ser abordados. Cuando nuestras emociones se vuelven demasiado difíciles de soportar, confunden nuestros pensamientos y nos obligan a alejarnos de las personas y las experiencias que, de otro modo, podrían alegrarnos. Este mecanismo de afrontamiento, aunque intenta protegernos de más disgustos, en realidad sólo nos lleva más lejos en la madriguera de los patrones de pensamiento negativo y de la miseria.

Incapacidad de ir más despacio

¿Es usted alguien que va a toda velocidad en cada tarea? ¿Sientes que nunca puedes parar, o que tienes que completar todo lo más rápido posible? Te guste o no, esta es una respuesta traumática, y una de las formas en que lidiamos (o no lidiamos) con algunos de nuestros mayores y más aterradores demonios emocionales. Amontonar una tarea tras otra, y asegurarse de que nunca tienes la oportunidad de respirar, también garantiza que nunca tengas tiempo para enfrentarte a tus emociones y a la curación que tanto necesitas.

Perdido en la fantasía

Si estás perdido en la fantasía o en el engaño, incapaz de ver las cosas tal y como son (o no estás dispuesto a ver el papel que estás desempeñando en todo ello) puede ser una señal de que ha llegado el momento de hacer algunos cambios importantes. Cuando sufrimos una pesada carga emocional, esto puede llevarnos a un cierto cierre y a un forzado deambular por el engaño. Se trata de un intento de proteger nuestras emociones restantes de un mayor daño. Pero en última instancia es limitante para nuestra calidad de vida y peligroso para nuestras relaciones.

Las mejores formas de resolver el dolor emocional en tu vida.

No dejes que el dolor de tu pasado o el daño de tu presente controlen quién eres o quién puedes ser. Somos los únicos que controlamos nuestros destinos, y hay un camino hacia adelante para todos nosotros cuando empezamos a comprender nuestra valía y el poder personal que hay en ella. Si quieres resolver tu dolor emocional, empieza con un abrazo y sigue unas técnicas básicas que fomentan grandes resultados.

Abraza el dolor.

El dolor es incómodo y desagradable, y por eso -como humanos- nos esforzamos por evitarlo a toda costa. El problema con esta táctica, sin embargo, es que el dolor no resuelto conduce a graves problemas en nuestras vidas, y puede hacernos detonar las cosas de la vida que más nos importan. Para resolver el dolor emocional que estamos sintiendo tenemos que enfrentarlo, aceptarlo y luego aprender a abrazarlo por lo que es; de modo que podamos avanzar a través de él encontrar la paz y la fuerza interior que nunca supimos que existía.

Abraza tu dolor. Acéptalo y reconócelo por lo que es, y utiliza ese conocimiento para poner a trabajar ese dolor en los lugares que le corresponden (es decir: en el pasado). Enfréntate a las cosas que te hacen sentir triste, inseguro, enfadado o desesperado. Muévete lentamente a través de ellas, y abre los brazos de par en par a tus emociones a medida que te llegan.

Llevar un diario consciente es una forma de empezar esta práctica, y de hacerlo en un espacio seguro que sea neutral y seguro. Comienza con pequeños asuntos de tu pasado a los que te aferras sin ninguna razón discernible. Recuerda los incidentes en tu cabeza, y recuerda también cómo te sentiste en ese momento. No evites cosas como la ira, la vergüenza o la tristeza. En su lugar, fíjate en cómo te vienen esas emociones y qué reacciones te inspiran. Utilizando esta práctica con regularidad, puedes llegar poco a poco a los incidentes más importantes de tu pasado y encontrar la fuerza para analizarlos y resolverlos con honestidad.

Reinvéntate

La reinvención es uno de esos extravagantes superpoderes que se nos han concedido como humanos, que nos dan la capacidad de transformar nuestras vidas y nuestro entorno de forma alocada. Reinventarse es una gran manera de conectar con quien realmente eres, y es una gran para construir la confianza en sí mismo y enamorarse de lo que auténticamente eres. Cuando te reinventas, haces borrón y cuenta nueva y tienes la oportunidad de probar cosas desde una perspectiva diferente. Es la catarsis personificada, y todo lo que se necesita es un poco de honestidad personal.

Si te estás aferrando a un dolor emocional que te está cambiando, despréndete de los trapos de la desesperanza y empieza a ponerte la piel que siempre debiste llevar. Rompe con tus inseguridades y toma contacto con las cosas de esta vida que realmente te dan sentido. Podrías cambiar tu aspecto, cambiar la gente con la que te juntas. Incluso podrías cambiar tu carrera y tu estilo de vida. La reinvención no tiene límites, salvo los que nos empeñamos en ponernos a nosotros mismos.

A medida que avanzas por las diferentes fases de la reinvención, probando cosas hasta encontrar el «abrigo que te queda bien», llegarás a conocer nuevas facetas de ti mismo, y también descubrirás nuevas fortalezas que te permitirán conectar con tu propósito en esta vida. Aunque este proceso se centra en una gran cantidad de errores de prueba, también requiere un examen de conciencia significativo. Antes de dar un gran salto, o de decidir dejar tu trabajo o afeitarte la cabeza, da un paso atrás y compara lo que vas a hacer con el lugar al que quieres llegar. No importa cómo decidamos reinventarnos, es importante que recordemos alinearlo con lo que queremos de nuestro futuro.

Enamórate de ti

Uno de los mayores beneficios de reinventarse es darse la oportunidad de enamorarse de lo que uno es. La reinvención nos pide que echemos un vistazo duro y honesto a lo que queremos ser y hacia dónde vamos. En ese espacio, es imposible no darse cuenta de todas las bellas fortalezas y peculiaridades que nos hacen únicos. Sólo cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos podemos soltar de verdad el dolor emocional y la culpa que nos frenan y nos retrasan… pero ese puede ser un proceso brutal para realizarlo plenamente.

Tanto si has decidido reinventarte como si sólo estás trabajando para afrontar y soltar el dolor tal y como eres, enamorarte de ti mismo es la siguiente parada inevitable en el camino para resolver nuestras heridas emocionales. Cuando nos enamoramos de nosotros mismos, nos damos permiso para prosperar y empezamos a darnos cuenta de que sólo nosotros tenemos el control sobre las cosas que queremos lograr en esta vida. Sin embargo, para ello hay que aceptar también nuestras debilidades y convertirlas en los puntos de apoyo que nos impulsan cuando estamos deprimidos.

Excava realmente en la carne de lo que eres y abraza todas esas pequeñas cosas -las buenas y las malas- que te hacen ser tú. Echa un vistazo a tu pasado y considera todas las cosas que estaban bajo tu control. Con ese conocimiento a mano, considera todas las cosas que estaban fuera de tu control y las formas en que abordaste esas cosas en el calor del momento. Examina esos puntos fuertes (y esos puntos débiles) que te han llevado hasta donde estás hoy. Enamórate de ellos. Son los mismos rasgos que tienen tus héroes y son los mismos que te permitirán cambiar tu vida.

Aprende a estar presente

Aprender a estar presente es uno de los mejores regalos que podemos hacernos a nosotros mismos, y es uno que tiene unos beneficios verdaderamente transformadores. Vivimos en un mundo que nos anima a vivir deprisa, y a hiperfocalizarnos en un futuro lleno de individualismo y riqueza material. Sin embargo, cuando miramos más allá de esta necesidad de microgestionar nuestro futuro, podemos empezar a ver las verdaderas oportunidades de conexión y crecimiento que se suman a ese gran futuro.

Si quieres estar más presente, empieza por llegar a comprender que sólo eres humano. Sólo hay una cantidad de carga que puede ser asumida, y una cantidad de enfoque que tenemos dentro de nosotros. Concéntrate en una cosa a la vez y deja de obsesionarte con el resultado. Da un paso atrás, y permítete respirar cuando las cosas se pongan estresantes.

Sé testigo de tus propias acciones, y nota cuando sientas que te deslizas hacia las presiones del mañana, o el dolor sin sentido del ayer. Tomar conciencia de uno mismo nos permite devolver nuestra mente y nuestras emociones al momento, y dejar ir las cosas que no se ajustan al propósito que estamos tratando de cumplir aquí y ahora. Como dice el viejo refrán: no puedes cambiar el pasado y no puedes controlar el futuro. Todo lo que puedes controlar es lo que haces aquí y ahora en el momento presente. Todo lo demás es un desperdicio de tu preciosa energía.

Encuentra tu flujo

El flujo es algo poderoso, y cuando lo encontramos, suceden cosas poderosas en nuestras vidas. Tenemos que encontrar nuestro flujo para ser verdaderamente felices, y tenemos que encontrarlo para crear el tipo de vida ideal que nos permita conectar con nuestro auténtico ser. Sólo cuando encuentres tu flujo podrás encontrar el poder para dejar ir el dolor emocional que te persigue… pero eso en sí mismo puede ser una perspectiva desalentadora.

Encuentra tu significado. Encuentra los lugares a los que perteneces y plántate allí. Rodéate de personas que te animen a ser la mejor versión de ti mismo (sea lo que sea) y encuentra la energía y la existencia que te hace avanzar de forma natural, en lugar de la lucha constante.

El flujo no es algo con una definición exacta, y no es algo que requiera una ciencia exacta para encontrarlo. Encontramos nuestro flujo persiguiendo nuestras pasiones, y haciendo las cosas que despiertan el amor, la creatividad y el interés en nuestras vidas. Cuando encuentras tu flujo, conectas con una versión más auténtica de ti mismo. También te liberas de una manera que permite a otros ser libres también. Es como encender una luz dentro de uno mismo, que puede expulsar la oscuridad y las sombras que hacen que la vida sea tan difícil de navegar. Es construir un faro en las orillas de tu alma.

Ponte proactivo

Debido a que la vida moderna es tan acelerada y estresante puede animarnos a abandonar o decaer, encontrándonos al margen de una experiencia que está hecha para todo menos para ser espectadores. La única manera de crear una vida feliz es ser proactivo en la búsqueda de la felicidad y en la creación de los entornos y experiencias que necesitamos para dejar de lado nuestro dolor. En lugar de sentarnos complacientemente al margen, esperando que la curación se produzca, tenemos que ser proactivos en la curación de nosotros mismos y dejar de dejar que las cosas se pudran por dentro.

Si realmente quieres lidiar con el dolor emocional o las heridas morales que te frenan, empieza por comprometerte a ser más proactivo. Afronta las cosas como vienen y no dejes que se prolonguen. Si estás molesto, habla, y deja de permitir que tu comodidad emocional quede en segundo plano respecto a la de las personas que te rodean.

Tenemos que dar la cara por nosotros mismos, y tenemos que dar la cara por lo que sentimos. Las emociones enterradas no desaparecen, sino que se agravan y enturbian las aguas de manera que nos resulta más difícil encontrarnos a nosotros mismos. Deja de sentarte. Deja de buscar a alguien que agite una varita mágica y arregle todos tus males. Defiéndete y defiende lo que quieres sentir (y el tipo de vida que quieres llevar). Al fin y al cabo, tú eres el mejor defensor que tienes. Defiende tu derecho a vivir una vida feliz y mantén los límites que garanticen tu felicidad.

Sé paciente

La paciencia es la forma en que mantenemos la calma cuando la vida se pone difícil. Ser paciente significa muchas cosas, pero sobre todo significa no rendirse cuando las cosas van mal. Al igual que tenemos que ser pacientes con nuestras parejas, nuestras mascotas, nuestros hijos, tenemos que aprender a ser pacientes con nosotros mismos y con el viaje que estamos haciendo. ¿Aprendiste todo el álgebra de la noche a la mañana? Lo más probable es que no. Así que tampoco esperes aprender una forma de vivir completamente nueva de la noche a la mañana.

Sanar tu dolor emocional no es un viaje que ocurrirá de la noche a la mañana. El daño que fue infligido por ese dolor no desaparecerá mágicamente de la noche a la mañana. Tienes que ser paciente contigo mismo, y tienes que entender que ese dolor y todas esas emociones requerirán tiempo para resolverse. No sólo eso, sino que vas a cometer errores en el camino, y también vas a volver a caer en viejos patrones.

Abraza el lío que eres ahora mismo, y abraza el lío que va a ser este viaje. Nunca hubo un camino hacia la curación directo, así que entiende que va a haber tentación de reincidir y errores y pasos en falso a lo largo del camino. Encontrar la felicidad no consiste en ir del punto A al punto B (es decir, de enfermo a sano). Se trata de desarrollarse, crecer y aprender a procesar nuestras emociones, nuestro entorno y a nosotros mismos de formas nuevas y diferentes. Sé paciente. Sé compasivo. Sepa que el viaje vale más que el resultado.

Poniendo todo junto…

El dolor emocional es una carga que puede arrastrarnos a lo más profundo si no tenemos cuidado. Cuando dejamos sin tratar sentimientos como la tristeza, la ira o el dolor, puede llevarnos a una fractura del sentido del yo y a un estado de existencia aún más fracturado. Las relaciones que construimos, las vidas que intentamos crear, dependen de nuestra estabilidad emocional. Tenemos que curar nuestro dolor para poder avanzar con confianza y creatividad.

Abraza el dolor y la agitación que sientes y empieza a nombrar tus emociones por lo que son. Sé honesto contigo mismo y -cuando estés preparado- reinvéntate y encuentra la manera de vivir de acuerdo con la versión más auténtica de ti. No hay reglas cuando se trata de encontrar la felicidad, pero sí requiere que nos enamoremos de nosotros mismos. Construye una versión de ti mismo que puedas amar, y apóyate de todo corazón en esa persona. Esté presente. Encuentra tu flujo. Cuando seguimos nuestras pasiones, a menudo podemos encontrar la fuerza que necesitamos para dejar de lado todo lo malo que nos retiene. Crear un mañana mejor para nosotros mismos requiere desprendernos y entrar en contacto con el poder que nos permite ser más proactivos en la vida. Deja de esperar a que las cosas sucedan o mejoren, y empieza a defender lo que quieres y cómo quieres sentirte. Nadie está a cargo de tu vida más que tú. Sé paciente con tu viaje y encuentra a esa persona auténtica que está lista para prosperar y florecer.

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