Vortex Bladeless Ltd. es una startup española de energía eólica que fue formalizada en 2012 por David Yáñez, David Suriol y Raúl Martín. En 2014 fundaron oficialmente la firma y pudieron dedicarse en exclusiva al desarrollo de Vortex. La idea original surgió en 2002 cuando David Yáñez, el inventor, vio un vídeo del desastre del puente Tacoma Narrows (1940) y le llevó a la idea de que hay mucha energía contenida en el principio físico que colapsó el puente, y que podría ser aprovechada como una nueva forma de generar energía a partir del viento. Su idea estuvo guardada en un cajón durante años hasta que en 2012 empezaron a buscar inversores y financiación para poner en marcha el proyecto.

A principios de 2014, Vortex obtuvo financiación pública del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y empezó a colaborar con el Barcelona Supercomputing Center (BSC) y sus enormes recursos informáticos para las simulaciones sobre vibraciones inducidas por vórtices (VIV), interacciones del campo magnético e investigaciones de magnetismo por método de elementos finitos (FEMM) necesarias para su desarrollo. La prueba de concepto fue validada y la historia de Vortex comenzó ganando el South Summit Award 2014 en la categoría de Energía e Industria.

En 2015, la firma comenzó a colaborar con representantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard. En Estados Unidos, el proyecto llegó a la empresa Altair Engineering, que ofreció su avanzado software de simulación a Vortex para su investigación sobre su concepto de dinámica de fluidos. Asimismo, ONG y otras entidades medioambientales como BirdLife International se han interesado por este sistema y se han ofrecido a colaborar, ya que Vortex puede tener un menor impacto sobre la naturaleza y las aves, sobre todo a medida que se construyan dispositivos eólicos de mayor tamaño en el futuro. Gracias al apoyo de estas administraciones públicas y centros de investigación, en 2015, Vortex lanzó en junio una exitosa campaña de crowdfunding para financiar los primeros acuerdos de suministro, y contratar a los ingenieros necesarios para avanzar en el proyecto.

A finales de 2016, y tras validar la tecnología en simulaciones por ordenador y demostradores tecnológicos, la empresa alcanzó la fase de prototipo con una geometría que puede aprovechar una cantidad útil de energía del viento con este principio. En esta fase, Vortex pudo solicitar financiación al programa Horizonte 2020 de investigación e innovación de la Comisión Europea. Al ser la mayor financiación que tuvo la empresa, Vortex construyó un gran túnel de viento, el más alto de España, para probar sus sistemas, y comenzó el desarrollo de su concepto patentado de alternador oscilante con sistema de sintonización. En esta fase, la empresa obtuvo el Sello de Excelencia del programa H2020.

Durante 2017, la firma siguió desarrollando su alternador y sistema de tuning. Al tratarse de una tecnología considerada como nueva en muchos aspectos que intervienen (geometría, movimiento, sistema de conversión de energía), ha sido un desarrollo más duro de lo que la firma esperaba. La colaboración en esta etapa del Instituto de Microgravedad de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad Europea de Madrid, junto con el CDTI, Altair, Birdlife y el Barcelona Supercomputing Center (BSC) han sido la clave para obtener una tecnología viable que permita aprovechar la energía del viento de esta forma tan particular. En este año la empresa obtuvo el sello de «Pyme innovadora» del gobierno español.

En 2018, la firma comenzó a planificar la industrialización de sus aerogeneradores. En este punto, la firma se enfrentó a muchos problemas por la falta de procesos de producción industrial viables para fabricar en serie algunas de las piezas que utilizan la tecnología Vortex. La geometría y los materiales estaban casi finalizados en esta fase, por lo que la empresa inició un proceso de certificación de sus prototipos actuales y obtuvo la ISO 9001. Esta certificación es un proceso habitual para todos los aerogeneradores del mercado europeo y americano. La norma está redactada para turbinas de palas y rotativas, y es posible que haya que reescribirla para certificar los dispositivos Vortex como generadores eólicos.

Los objetivos de la firma para el futuro son obtener la certificación necesaria para empezar a vender, y establecer un método factible de producción y logística de envío para poder empezar a comercializar las primeras turbinas Vortex para 2020.

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