La epilepsia abdominal es una causa infrecuente de dolor abdominal recurrente.1,2 Se caracteriza por episodios paroxísticos de dolor abdominal, molestias abdominales diversas, anomalías EEG definidas y respuesta favorable a la introducción de fármacos para la epilepsia.1

Describimos cuatro pacientes, con dolor abdominal recurrente, sin síntomas asociados obvios que sugieran anomalías del sistema nervioso central, pero cada uno de ellos tenía anomalías EEG definidas y una respuesta sorprendente a los fármacos anticonvulsivos.

Un chico de 15 años se presentó con episodios recurrentes de dolor abdominal y vómitos durante los últimos 12 años. El dolor se localizaba en la región epigástrica y su duración variaba de 30 min a 1 h. Los paroxismos eran de inicio repentino y cedían espontáneamente. Los episodios ocurrían cada 3-4 meses, y eran seguidos de letargo.

Al investigar, el estudio de bario gastrointestinal mostró características sugestivas de duodeno inverso.

Al realizar una laparotomía exploratoria, se observó que además de tener malrotación intestinal, la paciente también tenía múltiples bandas congénitas con adherencias. Se llevó a cabo una gastroyeyunostomía y una adhesionolisis.

Durante el seguimiento postoperatorio, la paciente volvió a presentar síntomas de dolor abdominal y vómitos.

Se realizó una tomografía computarizada del cerebro, que fue normal. Sin embargo, el registro del EEG mostró una descarga convulsiva focal temporal derecha con generalización, con disfunción cortical difusa en forma de enlentecimiento (fig. 11). Se realizó una resonancia magnética del cerebro, que resultó normal.

Figura 1 Registro de EEG despierto que mostraba un enlentecimiento generalizado de alto voltaje.

El paciente comenzó el tratamiento con oxcarbazepina y permaneció asintomático durante 6 meses. Volvió a tener una recaída de sus síntomas. Dudando de su cumplimiento con el régimen farmacológico, se analizó el nivel de oxcarbazepina en suero y se encontró que estaba por debajo del nivel terapéutico. Se repitió el EEG, que mostró ráfagas de ondas agudas paroxísticas difusas (fig. 22). Reinició el tratamiento con oxcarbazepina y posteriormente sus síntomas remitieron.

Figura 2 Registro de EEG que muestra descargas focales de picos y ondas con inversión de fase de la temporal derecha.

Ha permanecido asintomática durante los últimos 18 meses de seguimiento, recibiendo los fármacos habituales.

Una niña de 13 años se presentó con dolor abdominal recurrente durante los últimos 8 años. El dolor era principalmente de distribución periumbilical, de naturaleza cólica y paroxística, no radiante y no tenía relación aparente con las comidas. Cada episodio de dolor solía durar entre 10 y 30 minutos, con resolución espontánea de los síntomas, y se repetía 4-5 veces en un mes. No había antecedentes de vómitos asociados, cefalea o convulsiones.

Sus análisis de sangre eran normales. La ecografía del abdomen y la TMB fueron normales. Un TAC cerebral mostró una ventriculomegalia leve. Una resonancia magnética del cerebro tampoco detectó ninguna anomalía estructural. El registro de EEG mostró descargas generalizadas de picos y ondas (fig. 33).

Figura 3 Registro de EEG despierto que muestra descargas generalizadas de picos y ondas.

El paciente comenzó el tratamiento con oxcarbazepina y ha estado asintomático durante los últimos 20 meses.

Un hombre de 50 años se presentó con una historia de molestias abdominales intermitentes asociadas a episodios repetidos de vómitos durante los últimos 15 años. Los paroxismos ocurrían de 3 a 4 veces en un año y no se asociaban a cefalea o convulsiones.

Se sometió a una investigación exhaustiva (que incluía recuento completo de células sanguíneas, exámenes de heces para detectar óvulos y parásitos, ecografía abdominal y endoscopias gastrointestinales superiores e inferiores). Sin embargo, no se detectaron anomalías.

Se sometió a un examen de EEG durante un paroxismo típico, que reveló una disritmia temporal izquierda en forma de enlentecimiento (fig. 44). También se le hizo una resonancia magnética, que fue normal. Le fue muy bien el tratamiento con oxcarbazepina. En los últimos 14 meses de seguimiento se ha mantenido asintomático.

Figura 4 Registro de EEG que muestra disritmia temporal izquierda en forma de enlentecimiento.

Una mujer de 52 años se presentó con cefalea paroxística, que ocurría 1-2 veces por semana, y que se asociaba a vómitos desde hacía 15 años. Los paroxismos iban seguidos de un aumento del sueño. También se quejaba de un vago malestar abdominal, que se producía de forma intermitente.

El cuadro de sangre periférica, el análisis de orina, la ecografía abdominal, las pruebas de función hepática y renal, la amilasa sérica y la prueba puntual de orina para la porfiria eran normales. Los estudios gastrointestinales con bario y endoscópicos también fueron normales. Una tomografía computarizada del cerebro tampoco detectó ninguna anomalía.

Se hizo un diagnóstico provisional de migraña y se inició un tratamiento con Ergotamina tab, pero los síntomas persistieron.

Se modificó la pauta de tratamiento y se la trató con Flunarizina tab, pero no se observó ninguna mejoría.

Se realizó un EEG, que mostró una descarga focal frontal derecha con generalización (fig. 55).

Figura 5 Registro de EEG que muestra descargas focales frontales derechas.

El paciente ha estado recibiendo tratamiento con Oxcarbazepina tab y ha permanecido asintomático durante los últimos 23 meses de seguimiento.

La epilepsia abdominal es un síndrome poco frecuente en el que las molestias gastrointestinales son consecuencia de la actividad convulsiva. Se caracteriza por (1) molestias gastrointestinales paroxísticas inexplicables; (2) síntomas de una alteración del sistema nervioso central; (3) un electroencefalograma anormal con hallazgos específicos de un trastorno convulsivo; y (4) mejora con fármacos anticonvulsivos.3

Una revisión de la historia de este síndrome arrojó 36 casos reportados en la literatura inglesa en los últimos 34 años.3

La epilepsia abdominal está bien documentada entre los niños, los pacientes, pero sólo se reconoce con poca frecuencia en los adultos.4 La escasez de informes en adultos podría deberse a la falta de reconocimiento de este síndrome en los adultos.

La variabilidad de la presentación clínica en la epilepsia abdominal indica un espectro de manifestaciones tanto gastrointestinales como del SNC. Las manifestaciones gastrointestinales incluyen todas o una combinación de las siguientes: dolor abdominal recurrente, náuseas, vómitos, hinchazón y diarrea. Se ha informado de una diversidad similar de manifestaciones del SNC, que incluyen confusión, fatiga, dolor de cabeza, mareos y síncope. En nuestra serie, encontramos que los síntomas de presentación más comunes fueron el dolor abdominal paroxístico y los vómitos. Las manifestaciones del SNC en nuestros pacientes fueron sutiles, y sólo un paciente presentó cefalea como síntoma predominante.4

Aunque sus síntomas abdominales pueden ser similares a los del síndrome del intestino irritable, la epilepsia abdominal puede distinguirse de esta última enfermedad por la presencia de alteraciones de la conciencia durante algunos de los episodios, una tendencia al cansancio después de un episodio y un EEG anormal.5 Todos nuestros pacientes, tenían síntomas sugestivos de un dolor abdominal funcional pero con cambios definidos en el EEG.

En pacientes con síntomas abdominales y cefalea, a menudo es difícil diferenciar la migraña abdominal de la epilepsia abdominal, debido a la superposición de los síntomas. Un EEG es una investigación sencilla y no invasiva, que puede ser útil para diferenciar entre las dos entidades, ya que los pacientes con epilepsia abdominal suelen tener anomalías específicas en el EEG, particularmente de un trastorno convulsivo del lóbulo temporal.4

Informes anteriores1,4 han sugerido que los hallazgos más comunes en el registro del EEG en pacientes con epilepsia abdominal son una ráfaga de ondas agudas y/o picos de una o ambas regiones temporales. En nuestra serie, dos pacientes presentaban anomalías en el ECG específicas de un trastorno convulsivo del lóbulo temporal, mientras que uno tenía un registro EEG que mostraba descargas generalizadas de picos y ondas y otro tenía un registro EEG que mostraba una descarga focal frontal derecha con generalización.

La respuesta sostenida a los anticonvulsivos ha sido aceptada como uno de los criterios para el diagnóstico de los pacientes con epilepsia abdominal.4 Sin embargo, no existen recomendaciones sobre la elección del anticonvulsivo a utilizar. En nuestra serie, todos los pacientes fueron tratados con oxcarbazepina. En estos pacientes, los síntomas estuvieron bien controlados en la media de 18 meses de seguimiento (rango de 14 a 23 meses) y no se reportaron eventos adversos. Sólo un paciente tuvo una recaída de los síntomas debido al incumplimiento del régimen farmacológico.

Sugerimos que en los pacientes con paroxismos de dolor abdominal, náuseas y vómitos con o sin manifestaciones del SNC, debe considerarse la posibilidad de una epilepsia abdominal después de excluir las etiologías más comunes para las quejas presentadas. La investigación en estos pacientes debe proceder con un EEG. El tratamiento suele comenzar con fármacos anticonvulsivos; la oxcarbazepina es un anticonvulsivo eficaz en este síndrome.

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